Mi vida es una puñetera escalera de esas que tienen los edificios antiguos en Nueva York: para que tú puedas subir, la escalera baja. Subes una, bajas dos; subes tres, bajas cinco; subes diez, bajas diecisiete. Las diferencias no son proporcionales, sino desmesuradas. En cualquier caso, mi vida lleva un cómputo que acaba siempre en números negativos, lo que quiere decir que, por mucho que lo intente, jamás llegaré al cielo.
(Imagen de Jose Quiroz Lozano.)
Y, ¿quién dice que el cielo esté en lo alto? Al igual que PEDRO creo que es un rellano muy aburrido. Prefiero el purgatorio… (un caos muy divertido segun Esquivias…). Besotes, M.
¿Y quién quiere subir? Dejate llevar, no pelees contra la corriente. Eso si: ojito con las mecánicas que engullen los zapatos a la llegada.
Buenos días, Raúl Urbina:
Las escaleras en las grandes ciudades, mejor tomárselas con música.
Escaleras musicales
‘Aunque’ –antes- mejor conocer la teoría, para poder subirlas y bajarlas.
Más sobre escaleras- Julio Cortázar
Saludos.
Uno habla de escaleras. El otro del rellano y otras del CIELO
Y otra cosa: esas puñeteras escalares de Nueva York nacieron para ser bajadas: solo las suben los delincuentes y aquellos que se dejaron las llaves dentro de casa.
Es cierto, Pedro: el rellano del cielo puede esperar: quedémonos en las fiestas que organizan los del quinto.
El cielo, querido Raúl, es un rellano muy aburrido.