Escribir como estandarte y como baluarte. Escribir contra todo y contra nadie, con el viento en contra y a toda vela. Escribir como excusa y como impulso, como dolor del alma y como su garante. Escribir porque sí y porque no, porque lo necesitas o porque te lo impones, porque atisbaste luces a lo lejos o porque la oscuridad inunda cada uno de tus mezquinos rincones. Escribir como acorde y como desacuerdo, en voz baja y a gritos. Escribir con pelo en el pecho o rasurado hasta el nivel de la piel de un recién nacido. Escribir esperanzado y desesperante, con los pies en el suelo o levitando. Escribir a solas o con mucha gente, con lectores o sin ellos, con todos los dedos sobre las teclas o con el sonsonete cansado del dedo índice. Escribir con músicas celestiales o infernales, en el más absoluto clamor o en el menos favorecedor de los recovecos. Escribir buscando un ritmo cortante o relajante, buscando armonía o con el ritmo cogido por los pelos. Escribir contante y sonante. Escribir a ráfagas o con dilaciones, a impulsos o meditando. Escribir con las vísceras o con el cerebro, con los nervios a flor de piel o calmo como solo el mar sabe en aquellos días en los que la paz es posible. Escribir para no volverse loco o para recuperar la cordura, para ir hacia delante o para retroceder veintisiete pasos, que es una distancia arbitraria y, por lo tanto, pertinente. Describir de forma sincera o mentirosa, guardando para uno lo que es de uno o derramando tu sangre, tus vísceras, hasta el último gramo de tu cerebro reptiliano. Escribir porque sí y porque no, porque te da la gana y porque te lo impones. Escribir con sentidos explícitos o con lo oculto, repitiendo y reiterando, obviando y restando. Escribir como fin y escribir como medio. Escribir en papel o en pantalla, en servilletas o en la lista de la compra. Escribir máximas lapidarias o párrafos complejos, escribir con la mirada en el pasado o en el futuro.
Escribir, ese es el gran misterio y la gran verdad que hoy veo en este mundo.
Buenas noches, Raúl Urbina:
‘Escribir como misterio, escribir como verdad’. Estupendo título, y contenido de esta entrada.
Escribir durante toda la vida, como hizo Oriana Fallaci, por ejemplo. Y poder hacerlo con libertad, aunque lo que se diga no agrade a todo el mundo.
Estupenda enumeración hasta llegar al remate final: ‘Escribir, ese es el gran misterio…’
Saludos.
Y escribir para emocionar a los demás. Me ha removido esta entrada. Preciosa.
Escribir siempre. Para mí, es la mariposa que nunca consigo alcanzar
Precioso tu escrito y el poema del gran Blas de Otero que ha transcrito JACK MIRROR. Sí, gracias a los dioses que nos quedan las palabras ¡benditas palabras! Besotes, M.
Esta entrada me ha recordado una poesía de Blas de Otero:
«En el principio
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.»