La casualidad (o no) ha provocado que haya enlazado dos lecturas magistrales sobre el acto de correr. El primer libro que devoré en media tarde es Correr, de Jean Echenoz, una biografía novelada del gran Emil Zatopek, atleta del que tantas cosas hay que decir y del que tantas cosas conviene aprender. El segundo libro que ahora ocupa mi lectura y mi mesilla es De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki Murakami, en el que este novelista japonés cuanta su experiencia más personal como escritor y la vincula al mundo de la escritura. Algún día tengo que escribir largo y tendido sobre el acto de correr y lo que supone como filosofía y como experiencia de vida, pero hoy creo que el mejor regalo es el de un texto de Marciano Durán titulado «Esos locos que corren». Ganad siete minutos de vuestra vida escuchando el texto recitado por el autor con atención. Porque correr, para algunos, es la parte de un todo del que solo adivinamos fragmentos.
(Imagen de Zetson.)
Fijate que me encanta Murakami y que me gusta correr, pero no pude con «De que hablo cuando hablo de correr», no pase «el muro» me quede a unas 30 páginas de terminarlo, pero me pareció infumable. No parece escrito por él.
Estos días mi espalda me esta dando un respiro y estoy pateandome los pinares de la Cartuja en unos rompepiernas de casi una hora, y estoy gozando como un chiquillo. ¡Que bueno es correr, como desintoxica!.