De la misma constatación de que no hay dos sin tres surge la idea de Los Panchos, Los Tres Sudamericanos y el Trío Sacapuntas (ah, perdón, no; me he equivocado).
No juegues a la excusa, ni a la tapadera del negocio sucio de las armas cargadas por demonios. Los venenos se acumulan en la sangre y, pese a los torniquetes (que te impiden el paso fluido de la sangre para la función de fluir hasta los recovecos del corazón), pese a las medidas preventivas, pese a las vacunas alojadas entre la frialdad de la nevera donde todo miasma queda conservado, el mal fluye y fluye hasta agarrotar los músculos y embotar cabezas. Nuestra existencia no es todo lo que se predica, ni todo lo que se adivina, ni todo lo que se esconde. El ritmo, simplemente, acelera los efectos contundentes del tiempo que te posas en una vida cansina, adocenada y muerta por el asco, por el tedio y por los prospectos de los medicamentos.
(Imagen de Max Westby.)