Después de muchos meses casi en el dique seco por diferentes razones, llevo unos cien días en los que estoy recuperando la forma perdida. Al principio, todo era muy relajado, espaciado y tranquilo. Luego, poco a poco, el ritmo se ha ido intensificando: los entrenamientos han ido ganando en velocidad y se han dilatado más y más metros hasta llegar a un nivel de exigencia medianamente aceptable. Alterno la bicicleta (spinning a lo bestia), la carrera de fondo y la natación por un par de razones: la primera, que la diversificación del ejercicio disminuye el riesgo de lesiones; la segunda, que tengo en mi vida deportiva algo que todavía no he hecho y no me quiero morir sin intentar, como es el triatlón.
He recuperado las sensaciones que hacía tiempo que no tenía. El cerebro, los pulmones y las piernas vuelven a acostumbrarse a los movimientos que tantas veces han movido este cuerpo mío, al que le han dado tantas satisfacciones, tantos momentos de concentración, de oxigenación y de liberación. Cada kilómetro recorrido enlaza con los primeros. Cada brazada entronca con la fuerza de entrada en el agua de los primeros largos. Cada golpe de pedal en la bicicleta emana una gota de sudor que se funde con tantas otras para demostrar que el esfuerzo nos lleva a la superación.
Estaba en todo eso, después de realizar ayer un entrenamiento extraordinario, cuando hoy me he sentido cansado. Hoy me he saltado de forma excepcional el entrenamiento porque mi cuerpo lo necesitaba. No se es buen deportista si uno no se da cuenta de los avisos del cuerpo. No existe buen deportista si uno no se da cuenta de que el descanso también forma parte del entrenamiento. Para seguir pedaleando, corriendo y nadando hacia ninguna parte (que es la metáfora más bella existente sobre nuestra salvación).
Enhorabuena por ponerte en marcha y también por saber parar, el sobreentrenamiento acecha y es una sensación muy desagradable para el que busca ser feliz sin más nadando, corriendo y pedaleando.
Que bien que hayas vuelto a entrenar. Yo también coincido en que el mejor entrenamiento es un buen descanso (y unos buenos estiramientos).
Chico, me he agotado solo leyéndote… Besotes, M.