Nacho se ha levantado y ya está cansado. No es que haya dormido pocas horas, ni que ayer se acostase tarde, ni que hoy madrugase. Probablemente, las horas de sueño no han sido reparadoras. Probablemente, la cabeza de Nacho no está a lo que tenía que estar –dormir, descansar–, sino que la preocupación que tiene desde hace meses no hace más que darle vueltas. Nacho ha encontrado un testigo palpable de esa agitación, esas sábanas endiabladamente retorcidas que evidencian agitación, nerviosismo a flor de arruga. Son las once de la mañana y, como ya va siendo habitual, Nacho ha optado por no hacer la cama. Últimamente, le agrada más deshacer cosas que rehacerlas. Nacho piensa que la cama es un designio de vida y de muerte, una especie de metáfora difícil de definir, y prefiere dejar las cosas de lado. Si se profundizara en su interior, probablemente llegaríamos a la conclusión de que se ve incapacitado para determinar el término real de esa metáfora, así que del término imagen es mejor no hablar.
Nacho lleva años riéndose del mundo y de sí mismo. Ahora que han llegado los días en los que el mundo se ríe de él, se ve incapacitado para esbozar una sonrisa que no sea algo parecido a un rictus transitorio y superficial. Ayer por la noche, en el momento de cenar, sintió un vacío relleno de temblores que provocó una huida hacia el armario de las medicinas. Nacho, a veces, cree que la única paz posible se obtiene a base de comprimidos alojados debajo de la lengua. Nacho intenta meterse en sus pensamientos para salir de ellos, pero no llega a escapar de su laberinto. Piensa que, a lo mejor, la trampa radica en que no hay salida, o que está muy lejos, o que no tiene fuerzas para atrapar el quicio de una ventana por el que se escapa la luna.
Para Nacho, hoy la vida se tiñe un poco de oscuro, pese a que ha salido un sol que amenaza con no calentar nunca como antes. Nacho espera que todo salga bien, que las pruebas no definan el dolor con palabras terribles. Por ahora, esperar es lo único que le queda.
(«Nacho Espera» pertenece a la serie de Fragmentos para una teoría del caos.)
No sé cuál será el problema, Merche. En cualquier caso, es una pena: a ver si lo puedes arreglar.
Al final, dejamos lo de las Baleares aparcado para el próximo año y repetimos en el Caribe.
Estoy furiosa. He venido por curiosidad porque me extrañaba no ver en mis links tus "updates" blogueros. Veo que me he perdido tropecientos… ¿Cómo puede ser si te tengo linkeado? Al final ¿dónde estuviste? ¿en Ibiza? ¿en Formentera? Lo del buceo me ha sonado más a Formentera. En fin, mañana, con calma te seguiré leyendo. Besotes, M.