Una playa y un día nublado. Una mujer. El plano es perfecto: un contrapicado angulado, tomado necesariamente desde el agua. La línea del horizonte queda tan alta que, detrás de la mujer, sólo se contempla la arena, un fondo de toldos y sombrillas desenfocados y, ya muy arriba, un cielo encapotado. Se nos olvidaba decir que la instantánea luce un blanco y negro violento y granulado. La mujer viste un traje de baño negro muy cerrado, propio más de una nadadora que de una bañista ocasional y, sorprende, sobre todo, por su postura: está totalmente erguida, con los brazos pegados al cuerpo y ligeramente de puntillas, exactamente como si se dispusiese a saltar en el trampolín más que a meterse en el agua corriendo por la arena. Mantiene la cabeza ligeramente levantada y parece haber cogido todo el aire que pueden almacenar sus pulmones. A su lado, en el suelo, unas chanclas y un albornoz.
¡Preciosa fotografía! Al contrario de lo que opina KOKY creo que está haciendo yoga… Besotes, M.
Va a intentar suicidarse tratando de alcanzar a nado la linea del horizonte. Su ritmo es sólo de ida.