Me acabo de enterar de que el pasado día 25 murió Alan Sillitoe. Sillitoe, en su novela La soledad del corredor de fondo, me enseñó, antes de correr maratones, que los corredores de fondo sienten a partes iguales dos sentimientos intercambiables: la soledad; la libertad. Las zancadas. El sudor. La respiración fuerte pero acompasada. Y todo un horizonte hacia el que mirar.
(Imagen de Hamed Saber.)
Otro que se ha ido… Descanse en paz. Ahora sí que es un corredor de fondo infinito… Besotes, M.
Y una especie de mantra-respiratorio que elimina cualquier problema, real o imaginario.
Y un corazón palpitante al ritmo de sus zancadas. Y el paisaje como corredor de fondo también.