El País publica una noticia («Los piratas ponen rumbo al libro») firmada por Antonio Fraguas en la que se muestra a los autores con un temblor que les recorre todo el cuerpo al pensar que la piratería del libro anda ya con intentos de abordaje y con visos de llegar al gran expolio sufrido por la industria musical y cinematográfica. Es esta una noticia que no lo es, porque todavía no ha ocurrido, a lo que se añade un elemento que tiene que hacer pensar al sector editorial español: se habla de libros de autores españoles disponibles para la descarga en sitios ilegales. Se habla de algunos autores escandalizados ante la gran ola que se les puede venir encima, pero no se menciona que ningún honrado lector que desee leer las obras de estos autores en su flamante lector de libros electrónicos puede acceder a la compra de esas obras por la vía legal.
Es más que evidente que, en el momento en el que los libros se vendan en formato digital, éstos serán susceptibles de entrar en el entramado de las descargas a precio cero, pero la vía digital va a ser una realidad inexorable para los libros del futuro. Será una realidad tan inexorable como para transmutar, probablemente, alguno de los pilares del libro tradicional y para que los autores puedan optar por nuevas vías de creación literarias. Es ése un camino que tendrán que recorrer, expuestos a escorar, a zozobrar, a hacer aguas. Y, pese a quien pese y digan lo que digan los sectores interesados, hay autores que van a salir ganando. Los superventas en formato best-seller serán tan pirateados como comprados y, por lo tanto, seguirán forrándose en mayor o menor medida. Mientras, muchos autores con talento tendrán una salida más fácil hacia el mundo de los lectores con los formatos digitales y la distribución de sus obras no estará tan envarada y tan viciada como lo está con la política interesada y torticera de muchas editoriales. Y yo, por fin, me alegro por los poetas, expuestos hasta ahora al sufrimiento de la edición minoritaria y con salidas mínimas y que ahora, quizá, lo puedan tener tan fácil para llegar como difícil para ser leído entre los lectores, que parecemos haber olvidado el mágico camino de la poesía.
(Mientras tanto, yo tengo que alternar la compra legal de algunos libros que no quiero en papel con su versión digital «ilegal». ¿Es contradicción o intersección de mundos?)
(Imagen de Pesky Library.)
Me ha encantado la foto… Conmigo pueden estar tranquilos los escritores porque no pienso descargarme nada. Los seguiré comprando en las librerías como toda la vida. Besotes, M.