La primavera ha explotado en las impensables mangas de camisa de un Burgos demasiado áspero, demasiado frío y, este año, demasiado lluvioso. Como todo en esta vida tiene sus inconvenientes, el polen de las gramíneas nos hace arrugar la nariz y envilece el humor vítreo de nuestros ojos hasta provocar el estornudo, la irritación. Caminamos con los ojos entornados ante un sol que nos vivifica y que nos hace daño mientras la vida explota desde los pies hasta la cabeza hasta romper en el requiebro de un cielo demasiado explícito como para creérnoslo.
El bucle de la primavera ha vuelto a cumplir remolonamente el ciclo de las estaciones para llegar hasta nuestra frente. La primavera, que es la estación del renacer, nos ha encontrado hoy con una nueva arruga ante el espejo. Hemos mirado fijamente y nos hemos dado cuenta que renacer es ir muriendo. Y, todo lo demás, pamplinas.
Sí, ya era hora aunque nos acarrée más arrugas… Aquí hemos tenido tambien mal tiempo cosa rara para esta isla. Muy bonita la foto. Besotes, M.
Ya iba siendo hora. Precioso día en el que por fín el aperitivo se ha podido tomar en la calle.