Ya he descubierto la razón de la sequía de entradas que sufre este blog últimamente.
De la nada, nada sale.
Desde hace unos cuantos días, he parado radicalmente cualquier tipo de actividad pseudoacadémica o pseudointelectural. No sólo lo necesitaba mi cabecita, sino también mi cuerpo. El ritmo enloquecido al que estoy atado desde hace ya años me ha ido provocando el trazado de una espiral en la que, poco a poco, me iba quedando sin salidas. La cosa –es cierto– tenía sus cosas buenas. El estado frenético de intentar llegar a todo provocaba una vorágine de ideas efervescentes unas veces y latentes otras que llegaban desde muchos puntos a la vez y que estallaban en la pantalla o en el papel de una manera u otra.
Ahora me he obligado a parar. Lo debería de haber hecho hace mucho tiempo, pero cuando uno entra en la espiral acaba resbalándose por las curvas hasta llegar a un fondo infinito. Esta parada técnica, al contrario de lo que pensaba, no ha refrescado mi cabeza, sino que la ha vaciado más de lo que estaba (que ya es decir). Al contrario de lo que pensaba, la sensación resultante no es negativa en el plazo corto de unas vacaciones cortas.
Lo que queda ahora es el miedo de lo que pasará cuando cuerpo y mente decidan el retorno. Lo del cuerpo es una asignatura que he ido abandonando por muchas razones difíciles de explicar en pocas palabras sin entrar en detalles minuciosos. El deporte ha sido para mí uno de los elementos vitales. Me sostenía por dentro y por fuera. Lo de la mente es cosa del oficio. Tendré que buscar para mi profesión el equivalente al asiento con bolitas de los taxistas, feo pero efectivo.
Mientras tanto, seguiré intentando juntar palabras, aunque los esfuerzos sean baldíos.
Piano, piano… Oí que la mejor manera de escapar de morir ahogado en un remolino es nadando DESPACIO.
Con lo deliciosa que es la filosofía a palo seco.
LOS ESFUERZOS NO SON EN BALDE.
Ay, hijo, creo que sufres de "alixotermia" o como se diga que he leído en "El País" de este domingo que significa que no sentís ni padeceis. Ya sabes, una toxina nueva que han descubierto… (¡Oye por toxinas y enfermedades raras, que no quede, eh!) Estamos todos y todas para ingresarrnos (no me sale la "n" no sé porque… ) en un frenópatico… Besotes, M.