Como las vidas son cine y el cine es vida. Como la correspondencia es perfectamente asimétrica, como lo son el cine y la vida. Como las imágenes plasman nuestras imágenes y nuestras palabras pasan a ser el guión. Como todo empieza y todo a cada a ritmo de títulos de crédito a los que no todo el mundo sabe esperar. Como nunca hay una tristeza más grande que una lágrima a pantalla grande ni nunca una carcajada suena más sincera cuando sale desde el plano hacia afuera. Como somos deleitosos y diletantes esclavos en una caverna que no es la Platón, llena de reflejos y destellos de verdad. Como los que no tenemos vida intentamos reflejarnos en las historias vividas por los demás. Como todo es Uno y Uno es nada si no son tres, creo que estos tres fragmentos de El secreto de sus ojos que pueden servir de hoja de ruta:
«Me vi cenando solo y no me gusté».
«¿Cómo se hace para vivir una vida vacía? ¿Cómo se hace para vivir una vida llena de nada?».
«Mi vida entera fue mirar para delante. Atrás no es mi jurisdicción; me declaro incompetente.»
(En otro orden de cosas y con respecto a la peli en cuestión, digo lo siguiente: que es una obra interesante, pero que dista de ser una obra maestra; y que me hace gracia que ahora que gana un Oscar la hagamos nuestra –española– por participar en la financiación. Me hubiese gustado saber qué hubiera pasado si un filme español hubiera competido este año en la misma categoría. Es una notable película argentina. Como sigamos así, vamos a acabar pareciendo franceses.)