Catálogo de fotos que no existen #10

Es una imagen en un primer plano demasiado cercano y, por lo tanto, poco misericordioso. Una mujer que abandonó la juventud hace unos años mira a la cámara desde un blanco y negro que representa el paso del tiempo en toda su crudeza. El efecto, al parecer, es buscado por el artista, que se ceba en las patas de gallo, en las bolsas de los ojos y en las minúsculas pero perceptibles laceraciones del tiempo en el labio superior. La mirada, sin embargo, no es una mirada dura: en los ojos de esa mujer parece que la vida es contemplada no desde la contundencia, sino desde el miedo. Pese a todo, parece una mujer bella o que, al menos, ha retenido parcelas de unos tiempos más condescendientes. Pese al monocromatismo de la escala de grises extrema, pese a la pelusilla que adorna las patillas, pese a unas cejas en las que la pinza debería sobreabundar, la mujer, con su miedo, desafía de manera poco agresiva al espectador, que se siente como un intruso inmerso en una historia, en una vida, que no conoce. De hecho, la mirada, parece traspasar al que lo contempla como si fuese transparente. El brillo de los ojos nos regurgita con su inquietud, pero también con una demostración de que, en el fondo, no es una mujer a la que le domine el miedo, sino una mujer que sabe que el miedo existe; una mujer que nos ilumina con su conocimiento, para que sepamos lo que nos aguarda a todos a la vuelta de la esquina.

2 comentarios en “Catálogo de fotos que no existen #10”

  1. Buenos días, Raúl Urbina:

    La fotografía no tiene que ser misericordiosa. Si es un retrato, lo ideal es que capte el instante real, y entonces es cuando consigue hablarnos y explicarse con sinceridad el personaje.

    Ya hay suficientes posados y artificialidad, para desorientarnos, por todas partes.

    Saludos.

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