Tout notre raisonnement ce réduit à céder au sentiment. Mais la fantaisie est semblable et contraire au sentiment ; semblable, parce qu’elle ne raisonne point ; contraire, parce qu’elle est fausse : de sorte qu’il est bien difficile de distinguer entre ces contraires. L’un dit que mon sentiment est fantaisie : et j’en dis de même de mon côté. On aurait besoin d’une règle. La raison s’offre ; mais elle est pliable à tous sens ; et ainsi il n’y en a point (Pascal, Pensées).
Dar la vuelta a la razón y a la pasión. Hablar de las pasiones es hacer un tratado anímico de las sinrazones y de las fantasías que habitan inútilmente bajo nuestros alerones, de en-verga-dura (palabra bonita, je) resuelta pero escasa. Y los pensamientos giran sobre la peonza de lo que no es pensable y, por lo tanto, son el sujeto más digno de reflexión. Nunca la autorreflexividad humana nos demostró que sólo se vive dos veces, cinco veces menos que los gatos y a la altura de James Bond. Mientras, alguien mira por nosotros y nuestras desazones, alguien vela por nuestros impulsos más secretos. Alguien otea por el horizonte de nuestros deseos. Todos los seres humano somos uno, lo que pasa es que uno distinto en su diversidad, en su complejidad, en su memez, en su originalidad apenas suficiente, en su silbido que junta las ovejas del rebaño.
Nunca fue más cierto que nuestras vidas giran en torno a una melodía de jazz, movida pero triste. Y que no podremos nunca pensar sobre lo que pensamos, a no ser que nos atrevamos a soñar.
¿Estamos equivocados en aferrarnos a complementarnos con la media naranja que en realidad es un limón? Porque para que el individuo subjetivo y sentimental se enamore del objetivo y racional y viceversa, hace falta esa fantasía que produce el encantamiento que nos hace creer que lo que nos comemos es lo que nos hace falta, cuando no es así.
¿Estamos equivocados? Y si estamos equivocados y cada cual debería emparejarse con la imagen y semejanza de su propio yo, me pregunto cómo sería la sociedad sin esa fantasía que llamamos amor.
Al fin y al cabo, cuando esto se diluye es cuando nos damos cuenta de la diferencia de carga de los distintos extremos de la misma pila.
Según este buen hombre, el citado, digo, soy medio-capaz.