Alberto se ha encaramado a un taburete para poner una estrella al árbol de navidad. Del árbol recargado de espumillón de su infancia sólo ha quedado el recuerdo. Alberto ha adoptado una estrategia restrictiva: cada año que pasa le va quitando cosas al abeto artificial. Primero fueron esas guirnaldas refulgentes. Luego los adornos en forma de campana, de trineo, de pipa. También desapareció un bambi, un papá noel pegado con celo para no revelar sus dos mitades. Después, las bolas multicolores fueron cediendo el paso a las rojas. Ahora, la estrella del árbol de navidad es una especie de alegoría de la desaparición, del transcurso de los años. Antes, era el colofón al ritual de la puesta del árbol de la navidad en casa. Ahora, la estrella es lo primero y lo último. Lo único de una especie que desentona y es contradictoria. Alberto siempre ha pensado que la navidad está cargada de significados y el árbol era la corriente eléctrica que los conectaba. Ahora, sólo saca el árbol de la caja por rutina. Alberto siente, sin embargo, que no poner el árbol sería algo así como estar abocado al final de su vida. El restablecimiento de la circularidad de los ciclos naturales. Alberto le da el último retoque a un proceso que dura demasiado. Sin embargo, pese a intentarlo, la estrella se resiste a colgar recta. Cuando parece que se enreda adecuadamente al culmen, cualquier movimiento la hace oscilar y caer hacia abajo. Al final, Alberto ha optado por resignarse. Se ha bajado del taburete y ha dado dos pasos hacia atrás, como el pintor deseoso de ver el panorama que ha intuido desde la cercanía. El resultado no le convence. Tampoco le deja de convencer. Alberto piensa, simplemente, que el resultado es tan soso como el que esperaba, pero tampoco se podían hacer maravillas.
Alberto ha recogido el taburete y lo ha dejado en la despensa. Después, se ha sentado en la alfombra, mirando el árbol bajo la luz difusa de las farolas de la calle. En un momento, girando la cabeza, ha visto que la luna aderezaba el árbol con un adorno inesperado. Alberto lo ha contemplado unos segundos y se ha levantado. Al girarse hacia el cuarto de baño, ha esbozado una sonrisa.
(Imagen de Rodrigo Soldon.)
así es. el árbol está hecho unos zorros, pero hay que mirarlo con unos ojos especiales para que cobre significado.
feliz navidad
Venía a VERBA VOLANT para desearte que pases unos días felices en compañía de tus seres queridos. Me he quedado un ratito y compruebo que miramos estos días con gafas parecidas 😉
Un abrazo.
…crecer…
feliz navidad!