La única manera de salvar el abismo es caer en él, salpimentando las heridas para que escuezan (quizás también para que sanen). Al ritmo de las bellas canciones tristes. Al ritmo de las tristes historias de amor. Al ritmo de la penumbra, más tremenda si está destartalada. Ahora, dibujando los huecos y las ausencias, me siento a cantar en silencio a voz en grito. Ahora, planeando una huida hacia todos los confines de los cuatro rincones de mi cuarto. Con una voz sustentada en un piano, las manos acuchillando las notas dulces y amargas. Con una sucesión de vidas que se perfilan en un pasado, en una piel tostada, quemada por un sol que ya no ilumina ninguna parte, que ya no esparce el brillo con el lenguaje de las hadas. Los viajes son interrogantes de triángulos escalenos. Faros con chorros de mentiras que obligan a esquivar los puertos, que obligan a nadar en mar bravío y a pecho descubierto. Cavamos palmo a palmo nuestra tumba sin encontrar una lápida que ilustre nuestros nombres y ponga las dos fechas, la primera ya segura, la última ya definitiva. No quedará nada de nosotros pasado un tiempo. Ni puta la falta que hace.
(Divagación espesa surgida de haber regresado a las canciones que nos ponen tristes. Hoy tocaba ésta, con imagen de Sashamd.)
Buenos días, Raúl Urbina:
Hoy a tu interesante entrada, le van a la par todos los comentarios. Coincido con lo que aporta Juán en el suyo y que él explica tan bien.
Saludos.
Yo creo que sí queda y sí hace falta.
Queda lo que hacemos, lo que decimos, lo que comunicamos… Eso que hizo sonreír a alguien, que le ayudó en un mal momento, que le levantó el ánimo para seguir adelante… Gracias a ello, quizá ése hizo sonreír a alguien, ayudó a alguien en un mal momento… Esta especie de cadena se parece en cierto modo a la eternidad.
Vamos (nos guste o no) dejando huellas que hacen camino y, si es así, mejor que nos esmeremos por marcar huellas que lleven a alguna parte, que ayuden a escalar y no al abismo. Por eso hace falta, hacemos falta.
La vida, amigo, no es gratis y hay que pagar el alquiler por habitar este mundo.
¿Qué tal si escuchamos a Glenn Miller?
Me encanta esta entrada.Quizás sea una de las que más me ha gustado.
Yo también me quedo con esa frase:no quedará nada de nosotros pasado un tiempo.Ni puta la falta que hace.Si te refieres a la parte física es algo indudable.Y ¿qué hay de los recuerdos?.En nuestra larga y tortuosa vida a alguien le calamos,te lo puedo asegurar y es algo que no está nada mal, en el fondo menos da una piedra y más daño hace. El que haga falta o no es cosa tuya.
"Era un gurú tenaz:cada vez que moría se reencarnaba en su propio cadáver."
"No quedará nada de nosotros … ni puta la falta que hace" No coincido con la idea, pero me encanta la rotundidad de esa frase. Casi suena a liberación total.
Hijo, ¡cómo te afecta el invierno burgalés! Yo que tu me plantearía escribir un libro al estilo de POE (Edgar Allan). Besotes alegres, M.