En las épocas de caída en picado nos gusta escuchar canciones tristes, de la misma manera que nos hurgamos en la herida o movemos insistentemente el codo recién golpeado. iTunes ha funcionado mucho estos días pasados en un único sentido. Ayer, sin embargo, ocurrió el milagro. Volví mis orejillas, de nuevo, hacia Glenn Miller. De pronto, cambió el horizonte de tristeza y me invadió la armonía. Recordé los vinilos antiguos amontonados encima del mueble del salón, que luego se convirtieron en un lote de tres compactos con todo lo selecto. Y, sobre todo, el baile acompasado de sus canciones en la década del cine que más adoro, que más añoro. Nunca una orquesta, viento en popa, me devolvió con más fulgor hacia el mundo que ahora, de nuevo, se redondea en su esplendor.
Qué musical está el blog!! Qué alegría enredarse de nuevo por aquí (ya lo echaba de menos).
Ya estamos moviendo los pies!!
Creo que tendré que ampliar mi campo de intereses musicales hacia otras áreas…Creo que me he quedado estancado en Camela y la Pantoja 🙂 Suena realmente bien.
Un saludo
Buenas noches, Raúl Urbina:
– Qué maravilla el buen cine, y sus bandas sonoras. Era imposible no mover los pies, cuando sonaba la gran orquesta de Glenn Miller.
…Y la música que cita Merche Pallarés, me ha hecho recordar :
…se llevaba el gramófono hasta cuando iba de safari…
(Youtube)
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Siempre el cine y su magia.
Saludos.
Me gusta Glenn Miller pero para subirme el ánimo nada mejor que el "Mercedes Benz" de Janis Joplin y "The other side of the moon" de Pink Floyd al igual que el "Aranjuez" y "Noches en los jardines de España" del gran maestro Rodrigo. Besotes musicales, M.
De acuerdo sobre Glenn Miller. Me recuerda oír cantar a mi padre: "Que buen raíl el de la vía 37…" Creo que en realidad la canción se llama Chatanooga Choo Choo, pero me parece mucho más difícil. Y me recuerda a James Stewart en Música y lagrimas.
También me parecen excelentes los valses y las polcas de Strauss para elevar el ánimo y poner el espíritu en un tono menos gris.