Septiembre es el mes de los deseos, de las promesas, de las colecciones que nunca se terminan en los quioscos, de la fiesta que se acaba, de la agonía que empieza, de la fanfarria escolar, de los calendarios que empiezan en el mes número nueve. Es el mes del moreno quebrado por la tristeza, de la cazadora que necesita cada día ser más enguatada, de los parques semivacíos, de las terrazas que no se resignan a cerrar los parasoles. El mes del volver, a veces sin haber ido previamente. El mes del gimnasio. De la academia de lenguas modernas. De los propósitos que se abrazan con la Navidad. Es el mes de los bolígrafos nuevos, de las libretas impolutas. El mes de orientarse estando desorientado, el mes del rock’n’roll a ritmo de tango, el mes de las hojas que se resisten en su caída inevitable, el mes de preguntar qué tal te ha ido, el mes de contestar bien, lo malo viene ahora. Septiembre es el mes de un estornudo que comienza a no ser alergia. El mes de no decir más de lo conveniente. El mes de sentarse y ponerse a la tarea, quizá todavía no muy abundante. El mes de un tímida bajada de la gasolina para llevarnos a ninguna parte. El mes de la vuelta de los adalides comunicativos. Septiembre es el mes raro por antonomasia. Septiembre es ascendente y caduco, a partes contradictorias e iguales. Es el mes en el que las canciones de amor suenan frías, el mes en el que las canciones en salsa quedan fuera de contexto. El mes de la vuelta a los clásicos. El mes del desasosiego. El mes de dar la vuelta al colchón, el mes de tirar los folletos de las agencias de viajes, el mes de recuperarlos para soñar en paraísos artificiales. El mes de reintegrar el relleno a la funda nórdica, el mes en el que los pájaros debilitan su canto.
Septiembre es el mes en el que quieres empezar, el mes en el que comienzas de cero. Septiembre es el mes en el que todo lo que has hecho en tu vida no vale de nada, porque comienza un «curso» nuevo. Septiembre es el mes en el que comienzas de cero, sí. Vida nueva, pero cada vez más resabiada. Cada vez más vieja.
me encanta septiembre
Siempre me ha gustado septiembre porque son las fiestas en mi pueblo. Por lo demás es cierto todo lo que dices tan bien dicho.
Mayo, Junio y Septiembre son mis preferidos. Lo de las colecciones de los quioscos coincidiendo con el comienzo del curso escolar mereceria un estudio en profundidad, ¿para cuando la colección de "las 42 mejores replicas en pexiglas de las visceras de un oso hormiguero" y "Farolas del mundo" ? Todo se andará…
Y a mi ¡qué siempre me encantó Septiembre! ¿Seré rara? Es mi mes favorito, siempre lo fue desde mis años escolares y universitarios y lo sigue siendo aún en el otoño de mi vida… Definitivamente, soy MUY rara… Besotes, M.