La luz. Ha entrado por las cortinas opacas del hotel, mal cerradas. Alberto ha abierto los ojos casi en sintonía con los míos, cargados ambos –ojos, padre e hijo– de cansancio. Seis horas de sueño y el ansia de ver, por fin. Hemos corrido las cortinas. Por fin. Palmeras, luz radiante en un cielo de azul imposible. Un poco de viento que mece la vegetación, paso a paso y con dulzura. Nos lavamos, nos vestimos y acudimos a la primera exploración, titubeante, con pasos que ignorán aún qué camino tomar. Sin querer, a muy pocos pasos, hallamos el tesoro. Una vista de postal, tantas veces recogida en fotos promocionales, en anuncios, en catálogos de viajes hasta ahora imposibles.
Hasta el momento, creía que iba a estar preparado para el momento, que no me asombraría ante la arena clara y el agua transparente. Me equivocaba. Pequeños detalles añaden movimiento a la postal. Una mujer madrugadora coloca con primor la toalla en una tumbona. Un ave desconocida vuela y se posa en un árbol. Unas briznas de algas decoran la arena y la convierten en algo real. El mar reposa de forma esmerada en la orilla. Un sonido nos sorprende: un coco recién caído horada la arena e impulsa unos granos de arena hasta nuestros pies.
Fascinados, lo dejamos para más adelante. Volvemos sobre nuestros pasos hasta el hotel, donde toca una exploración diurna. Nos dirigimos a desayunar. Empieza la era del todo incluido.
JAJAJAJA KOKY
Que no parezca envidia, que no lo es… pero esto me está pareciendo guasoso… cuando menos contiene mucha ironía blanca… como la arena.
Sin lugar a dudas, para mí, lo mejor los desayunos.
Estais en el paraiso de los guiris españoles ¡Punta Cana! Espero que la disfruteis y os aventureis a las cercanas ruinas mayas. Pero, no os dejeis deslumbrar por el Caribe que aún no habeis visto las aguas de mis Pitiusas. ¡No hay punto de comparación! Un dia de éstos las descubrireis y ya no volvereis más a esos "paraísos" lejanos. El paraiso, te lo aseguro querido Raúl, está a la vuelta de la esquina, en nuestro país. Besotes, M.