La vida duele. A veces, no pasa de ser un padrastro, que crece por no haber sabido cortarlo y con el que un mordisco te levanta hasta el alma. A veces, un juanete que incordia hasta que optas por llevar siempre sandalias, ahora que es tiempo de verano, y de vidas sin charcos que no sean de tormenta. A veces, un dolor en los dientes provocado por tomar las cosas como vienen, demasiado frías o demasiado calientes. A veces, un coscorrón en la piscina sin mayores consecuencias. La vida suele ir a mayores, con la nocturnidad de los años y la alevosía de las malas experiencias; con la saña del vivir con gusto y sin consecuencias. Un día te partes una falange, otro la tibia y el peroné –siempre hay un oponente que se anda sin contemplaciones en el campo de juego–, otro conmoción cerebral y pronóstico reservado. Un día te exploran las entrañas hasta llegar a la próstata sin tocarte los cojones y otro te embadurnan de gel para que la corriente eléctrica del corazón alumbre tus latidos inconstantes. La radiografía de contraste te menudea en negativo y el TAC te fotografía en filetes, como la mortadela.
De momento, no sabes de qué color es el territorio indoloro de la muerte. Pero estás vivo y duele. Y no tienes a mano, todavía, ningún puto analgésico.
(Ilustración de Jason Freeny, que es capaz de descubrirnos los vericuetos anatómicos de un oso de gominola o de un perro hecho con un globo, vía Pasa la vida.)
genial reflexión.
filetear como mortadela… así es, charcutería y casquería, pura y dura.
Que metáforas más bien utilizadas. Me encanta lo que dices y sobre todo como lo dices.
Alguien me dijo que ya no se hacían tactos rectales, que bastaba con un análisis de orina. No me lo creí: hay terrores cercanos más asumibles que otros que parecen abstractos, pero que son los definitivos. La vida mata, y mientras tanto te hace sufrir.
Duele el cuerpo y duele el alma, y qué cosas!!! con lo que nos hace sufrir este cuerpo que terminará corrupto como todos, no lo queremos dejar ni a la de tres… curioso…
¡Ay, no me hables! Que ya me rompí la tibia y el peroné hace ocho años y me operaron. Ahora están sujetos por tornillos anatómicos que espero no se deterioren y vuelvan a quebrarse… Y me tengo que operar del juanete de un pie ¡en enero! No quiero ni pensarlo…. volveré a ver la muerte de cerca una vez más… a eso de que por un "error humano" me quede sin más en la sala de operaciones. Besotes, M.