Este blog, hasta hace poco, tenía una regularidad de publicación que para sí la quisieran algunos adeptos del bífidus activo para otros fines. Desde hace ya unos cuantos días, el ritmo se ha pausado y la línea continua que parecía conducir al horizonte se ha ido quebrando. Las ideas se van quedando por el camino y, mientras, no llegan otras nuevas. Los agobios de cada uno –que son muy suyos, que es muy suyo– contribuyen también a levantar el pie del acelerador, o a ir pisando el acelerador con un tembleque en la pierna que parece la deriva de un conductor novato.
El paso ya no es tan firme, no es tan rotundo. Pocos se imaginan lo parecida que puede ser la vida de un profesor –al menos, la de cierto tipo de profesores– a la de una compañía de cómicos o la banda de músicos de verbena, cuando «van de bolos»: una conferencia aquí, una ponencia allá, una charla en el otro sitio, trabajos de investigación, artículos, exámenes, clases… Todo ello te hace ir vaciándote por dentro y por fuera, sin saber muy bien dónde estás y, sobre todo, por qué estás. Tenemos fama de vagos y de poco trabajadores, pero os aseguro que día tras días el trabajo se acumula hasta llegar a estar en peligro de rachas fuertes de vientos, marejadillas y marejadas, tornados y peligros de inundaciones. O incendios. O siniestros totales.
Mayo y junio son meses de mucho andar para recorrer poco. Con responsabilidades nuestras y de otros. Con nuestra vida por solucionar y la vida de muchos otros a cuestas. La semana que entra va a ser infernal, así que os pido un poco de paciencia. Espero que vuelvan las inspiraciones (y espiraciones), las ideas y las vueltas, los dimes y los diretes. En el camino estamos, a punto de la avería. Aguantaremos hasta que el cuerpo aguante, hasta que el camino diga: «Ya vale. Vuelve por donde has venido», sin saber que eso ya no es posible, porque nunca fuimos conscientes de que nos encamináramos a ninguna parte.
(Imagen de Jim Moran)
cuando el público está entregado, aunque repitas versiones antiguas le dará lo mismo.
tenemos todo el tiempo del mundo ( para esperar – te )
Cuando la vida se ralentiza, siempre es por algo. Aveces es necesario ir pasito a pasito para poder llegar inimaginablemente lejos. En cuanto al mes de Junio y sus examenes, que te voy a decir… Te compadezco. Y por lo presente que aún tengo mi ya lejano pasado de estudiante, te ruego clemencia con ellos…
Hay que encontrar el ritmo adecuado para cada momento. No dudes de que tus lectores sabremos disculparte aunque anhelemos la próxima entrada: cuando llegue sabrá más jugosa. No sabes cuánto me solidarizo contigo, el agobio de estos dos meses es tremendo también en este gremio, entre otras cosas porque tenemos que hacer las revistas colegiales de fin de curso.