Alguna vez he hablado aquí de alumnos. Y he dicho (y lo mantengo) que lo mejor que tiene un profesor en su trabajo son sus alumnos: sin ningún género de dudas. Hoy me veo obligado a matizar parcialmente mis palabras, ya que los alumnos actuales son un auténtico lujo, pero es un lujo todavía mayor la relación (y la influencia mutua) que se acaba estableciendo con los ex-alumnos.
Como uno ya es viejo en este oficio, tiene ex de todas las edades, clases y colores. Es un auténtico placer ir a mil y un lugares para encontrarte con ellos. A algunos, los encuentras en la cola del cine, con otros quedas para tomar un café, o una caña, o lo que se tercie (todavía hay alguno –se lo recuerdo desde aquí– que me debe un trozo de tarta para celebrar su puesto de funcionario-para-siempre-jamás), con otros te encuentras cuando vas a un comercio, o a un banco. Es un placer encontrarte con ellos, porque eso te sirve para encontrarte con su presente y con el tuyo, y con los recuerdos mutuos. Con los contrastes y las diferencias. Como pocas veces he salido tarifando con ellos, el encuentro es cordial, sonriente, nada artificial. Me gusta encontrármelos en los sitios habituales y en situaciones inesperadas, con todo el tiempo del mundo o con el ajetreo del día a día. Con miles de obligaciones o con la tarde por delante. Muchos van ya empujando sus carritos de nene, con aquel chico, con aquella compañera con la que congeniaron ya desde la enseñanza media. Los has visto evolucionar, crecer, madurar, enamorarse y desenamorarse, llorar y reír. Y sientes, de algún modo, que ellos son parte importante de tu vida y, de una forma un poco egoísta, piensas también que ellos también tienen una parte tuya.
Hoy he querido hablar de mis ex y, como los toreros, se lo quiero dedicar. En este caso, a dos personas. A Andrea, que lee este blog entrada a entrada y que fue alumna hace muchísimo tiempo: tiene una de las sonrisas más bonitas del mundo entero. Y a María, a la que un coche se la llevó por delante hace unos años y que ahora se recupera poquito a poco. Hace tiempo que no nos vemos, pero nos mandamos correos. El otro día vi a su padre y dice que siempre tiene el nombre de tres de sus profesores en la boca. Uno es el mío, y es uno de los mejores regalos que me han hecho en este mundo. Lo juro.
Os quiero a todos. De verdad. Y ya sabéis que digo lo que pienso y no me ando con tonterías. Mariconadas, las justas.
(Imagen de Steve Hanna)
El otro día leí que la personalidad se crea por nuestra predisposición a asimilar mejor unas cosas que otras. Dando vueltas a eso en mi cabeza (Disimulo muy bien que pienso, no te creas) intentaba encontrarme a mi mismo desde la gente que me ha rodeado y puedes estar seguro de que siempre habrá una parte tuya en mi. Y como tiendo a omitir errores, seguro que es la parte buena.
Sólo habría que invertirlo, ¿Qué hubiese pasado si no nos hubieses dado clase? Hoy por hoy no me soy imaginable sin tu inflencia.
No me digas que esto no es una respuesta de tres sobre tres puntos.
Un casto y puro abrazo.
PD. Hoy es el día que sigo saludando a las 12 de la mañana con Un "Buenas noches", incluso he creado una asociación (de la que soy fundador y único integrante) Por la abolición del día. A.P.A.D
Increible..
un saludo
Querido profe:
Cuantos años. no sé si te acordarás de mi como yo de ti. Peraita o Peraíta, no recuerdo bien mi apellido. Una amiga con la sonrisa más bonita del mundo me ha comentado que estabas por aquí.
Me siento muy afortunada por pertenecer a ese grupo de ex alumnos tuyos y te debo parte de la confianza que tengo en mi misma. Fíjate que no me atrevía a leer en público y terminé haciendo periodismo. Cosas de la vida y culpa tuya. Gracias por todo y enhorabuena por este blog. No lo perderé de vista.
Preciosa entrada.
Sin palabras
Gracias Raúl, los ratos contigo fueron muy nutritivos. Volvería a repetir.
Para muchos de nosotros formas parte del recuerdo, para bien, de aquellos tiempos.
Gracias por todo, por lo de antes y por lo que se va completando ahora.
Sólo gracias…
Buenas noches:
Pues, sí señor.
A quererse todo el mundo.
El profesor Urbina, quiere:
a María, a su padre, a Andrea,
a Anuska, a Pablo Miguel Simón,
a Rebeca,
a sus alumnos y ex-alumnos…
Por si lo dudaban o no lo sabían,
que se enteren.
Hoy la entrada ha sido
de Matrícula de Honor.
Saludos.
Sin palabras…
¡Qué buen profe eres! Ya dije en otra ocasión que tus alumnos tenían mucha suerte. Muy grande lo de admirar a quien se educa, provoca todo un bucle de admiración.
lo dedicas como los toreos, y yo, que ando sentada en la barrera, hago mías tus palabras. y ya sabes… ánimo, y al toro!
muchas gracias MAESTRO!