Hoy me he decidido a contar historias. Me he levantado de la cama con ideas mejoradas, argumento tras argumento. He desechado y conjuntado miles de palabras, centenares de oraciones en el territorio adlátere de las meninges. El ánimo se ha subido al nivel de los días de fiesta. He comenzado con una idea chusca en las formas pero profunda en el fondo. Luego he cincelado un bello poema sin vocablos. Después, he ascendido por la cumbre de los conceptos para desarmarlos uno a uno y volver a montarlos, cargados ahora de ideas y significados. Me he cargado de razones y sinrazones, de chistes devenidos en sintagmas.
Hoy quería escribir una obra maestra, quería que las ideas supurasen a ras de cielo para dotarlo de unos nuevos colores y matices. Quería aportar algo nuevo a este mundo en el que todo está expresado. Quería que los peldaños de cada sonido montasen las líneas de un cuaderno con los píxeles bien ajustados a los bits escondidos. Querá plastificar la música, dibujar notas sin pentagramas. Filmar interminables secuencias para una película de amor. Divulgar mis pensamientos en monólogo, calavera en ristre, emulsionar el polen de las flores.
Hoy era un día en los que crear estaba a mitad del precio estimado por las nubes. Un día en el que casi nadie sabe hablar, pero que tiene pleno conocimiento de causa. Un día en el que los viandantes estarían dispuestos a pisar los renglones uno a uno, como las baldosas en la calle. Un día en el que mi coro individual recorrería todos los matices vocales de las mejores arias de ópera. En el que los registros del órgano de los sentimientos expulsaría el aire todo por los tubos de escape del ronco ruido.
Hoy iba a ser un día para contar historias. Las horas han pasado una a una. Los filósofos abandonaron su traje en las aceras. Los científicos colgaron la bata blanca para acudir a la verbena. Y yo me he quedado solo. Con mis historias, que no eran tan buenas. Con mis historias, que fueron desmoronándose una a una. Mañana vendrán nuestras ansías. Acometeré con ímpetu otra historia de fracasos.
Vale, gracias. Voy a cambiar el link rapídamente. Por cierto hoy he recibido tu DVD de Berta y Luis ¡muchísimas gracias, mi querido Raúl! Besotes lluviosos, M.
Estoy de acuerdo con vosotros: el fracaso es un paso hacia otra cosa… hasta que te caes 🙂
Merche: creo que tengo la clave para que mi link te salga actualizado: en vez de la dirección del blog tal y como está puesta (que, en principio, sería la correcta), con:
http://www.urbinavolant.com/verbavolant/index.php…
Y bienvenido, Jordi. Es un placer…
"Divulgar mis pensamientos en monólogo, calavera en ristre, emulsionar el polen de las flores". Esta frase me ha encantado… te veo hecho todo un Hamlet emulsionando el polen de las flores… Besotes, M.
P.D. Por cierto ¿por qué en mis links, el tuyo no sale actualizado? y veo que en otros, sí. ¿A qué se deberá esta inmerecida marginación? Besotes de nuevo, M.
el fracaso es relativo.. pero sin él no habría triunfo..
No hay fracasos si no hay intentos.
El fracaso es el no intentarlo.
El que no te salga una cosa no es un fracaso, es una prueba más.
Buenas tardes, de nuevo:
Escribe lo que quieras, pero escribe. Tus historias nos gustan.
Saludos.