Soy clasista, pero no tanto

dandelion

Hoy ha sido un día complicado. Tanto, que lo que me pedía el cuerpo, era otra serie de «No me gusta», del estilo de una entrada de hace casi dos meses. El cuerpo y el alma, el trabajo y sus circunstancias llegan a tensarse tanto que uno revienta de asco. Pero hoy creo que no sería elegante sacar a pasear el poso de amargura. Y uno es educado, aunque no lo parezca y –a veces– no lo demuestre. Por eso, hablaré sólo de cosas positivas.

Me gusta detenerme en los momentos de belleza que depara el día, intentando buscarlos en los lugares más insospechados. Me gusta escuchar el silencio, apearme del trasiego del día a día y dejar de oír las voces y mi voz. Me gusta también escuchar a Bach a oscuras y con los ojos cerrados, siguiendo la armonía de las notas con la imaginación convertida en colores múltiples. Me gusta cenar un poco de jamón ibérico con un buen queso y un poquito de un Rioja. Me gusta coger el portátil y escribir entre los pliegues de la sábana, y sentirme inspirado por los ritmos acompasados de la noche. Me gustan las sonrisas, la conversación aguda y la réplica inteligente. Me gustan los naranjos, sobre todo cuando sus frutos son breves y sacados fuera de contexto. Me gustan los inicios del día y sus estertores, cuando el sol aparece y cuando se oculta. Me gustan las transiciones de la oscuridad a la luz. Y viceversa. Me gusta desayunar un zumo de dos naranjas, leche con Cola Cao y dos tostadas de pan untadas con margarina y mermelada. Me gustan todas las personas sensibles a los sentimientos expresados con palabras. Me gustan las personas que me gustan casi tanto como no me gustan las personas que no me gustan. Me gusta el ritual de ponerme una camiseta, unas mallas y las zapatillas y salir a correr hacia ninguna parte, acompañado del ritmo acompasado de mi corazón. Me gusta enfundarme un bañador y enfrentarme ante una piscina olímpica para vencer la barrera del cansancio a medida que pasan los largos y los minutos. Me gusta el diseño de las cosas bonitas. Me gusta no pensar para qué sirven.

Me gustan tantas cosas en esta vida que eso me da ánimo para afrontar los malos días en los que tantas cosas no me gustan. Por cierto, me gusta escribir entradas en este blog, me gusta contar mis cosas, me gustan vuestros comentarios y me gustan –por fin– tantas cosas que sería imposible enumerarlas. Aunque soy consciente de que se me da mucho mejor y lo hago más bonito cuando saco la pena de paseo. Pero hoy era necesario decir que, en este mundo, hay cosas que me gustan. Y basta.

(Imagen de Dyago D.)

9 comentarios en “Soy clasista, pero no tanto”

  1. Hay tantas cosas bonitas en esta vida! El caso es saberlas apreciar y no siempre estar quejándonos de todo lo negativo.

    Un saludo.

  2. Leer a Tagore cuando era adolescente me enseñó otros modos de mirar. Casi a la vez triunfaba una copla de Manolo Escobar que decía "la alegría es redonda y la pena es cuadrada", pero comprobé que podía uno olvidar la inmovilidad de la pena disfrutando del giro de las cosas bellas, reteniéndolas cuanto sea posible y tratando de vivirlas con intensidad para luego disfrutar con su recuerdo. Claro que no es un método infalible, pero en la mayor de las penas hay que tener presente siempre que existe un camino, alguna bolita para empezar a jugar que nos saque de los malos momentos de la vida. Lo dice uno del Atleti, que ha sufrido mucho también por otras cosas pero que cada día se obliga a intentarlo. A girar…

    Bella entrada, nuevamente, Raúl. No me olvido del café.

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