Fiesta de pijamas

pijama

Chipirón ha vuelto al ataque de Verba volant. De nuevo y con sus bríos habituales, impertinentes y lejanos, adecuados y cariñosos en la distancia. Su último mensaje comienza con una frase lapidaria: «Tú lo que necesitas es una fiesta de pijamas» y, otra vez más, vuelve a ser un compendio de su filosofía de vida aplicada a mi persona. Contando con que no la reconocería ni en fotografía y que ahora no comenta ya día a día cada entrada a través de mi correo electrónico, sino que se hace la remolona y la proporción en las apuestas mensajes-entradas es de 3 a 1 (más o menos), me ha sorprendido la renovada contundencia con la que se mete conmigo.

«Garbanzo negro, lo de la fiesta de pijamas es un eufemismo. Como no soy tan ordinaria como tú, no voy a decir lo que pienso pero sí voy a pensar lo que digo, para que no se diga».  Eso ha sido un breve resumen de una larga introducción para que la entienda. Por ejemplo, me dice que lo del pijama me lo tome como si estuviésemos hablando ante un psicoanalista con acento argentino. Y me dice cosas sobre la dualidad pijama-sueño y pijama-cama que –hay que reconocerlo– me han sobrepasado.

Y luego sigue: «Garbanzo negro, tendrás que planteártelo. ¿Escribes un blog para llorar un poco, para sentirte querido, para sentirte reconocido? Vas dado. Ya no se lleva eso de chico melancólico y triste llorando por las esquinas. ¿Sabes lo que más valoramos las mujeres de un tío? Sentido del humor; inteligencia; belleza. Por ese orden. En tu blog, te asomas con cabreos, salidas de tono y rabietas de una adolescencia que pareces haber tenido desde que naciste y con la que te morirás, si te descuidas. ¿Dónde está el Garbanzo negro más caústico que la sosa que acudía a la vida como una fiesta?».

No sé, pero yo creo que está equivocada en algo, pero no llego a saber en qué. Quizás lo que ocurra es que tenga la razón en todo, y yo no me haya dado cuenta. O no quiera reconocerlo. Y sigue: «Das la impresión de haberte abandonado al sino de estar más solo que la una, cuando tu destino es la apertura. Amargado, más que amargado».

Os ahorro algún que otro insulto más, para transcribiros el colofón: «Una fiesta de pijamas, Garbanzo negro. Una buena fiesta de pijamas, con saltos y brincos en el colchón, pelea de almohadas y un gran revolcón. Eso es lo que te hace falta».

Soy díscolo, pero obediente. Me he puesto el pijama, he vestido mi boca de sonrisa festiva, he llegado a mi habitación y no había nadie. Hoy, me montaré la fiesta yo solo, cantaré el «Make ‘Em Laugh» hasta que, extenuado, me ahogue en mi propia risa, convertida en rictus. Pero no me gusta bailar solo, así que esto se va acabar. Tienes toda la razón, Chipirón negro: «Una fiesta de pijamas». Y si no, al tiempo.

 

 

(La imagen es Marcela Paz)

4 comentarios en “Fiesta de pijamas”

  1. Wow! a Pyjama Party! Eso me retrotrae a mi adolescencia canadiense cuando disfrutábamos como enanas, saltando y brincando sobre la cama, pegándonos con las almohadas, maquillándonos como "femmes fatales", poniéndonos rulos en la cabeza, hablando por los codos de quién había mirado a quién (de los chicos de nuestro entorno) quién gustaba de quién… "Emborrachándonos" con coca-cola… Riéndonos como posesas… para caer rendidas (a las tantas…) en cualquier rincón del dormitorio…

    Me alegro de que haya vuelto Chipirón negro a tu vida. Como estaba tan desaparecida pensé (creo que te lo dije) que era nuestro querido y añorado MANZA… Ahora, si no es BIPO ¿puede que sea MAFI…? No pararé hasta desenmascarar a este Chipirón… Besotes, M.

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