Hemos nacido con panes bajo el brazo, pero no con manuales de instrucciones. Aliñamos nuestra vida con maravillosas inspiraciones que otros han espirado previamente y vamos dando los tumbos que nos deja el ensayo-error para aprender lo que es nuestro deambular por el mundo. Ni un índice, ni una nota a pie de página, ni una tabla , ni unos sencillos cuadros sinópticos que nos marquen el camino. Plas. Has nacido. Plas. Creces. Plas. Dicen que eres maduro. Plas. Tú no te lo crees. Y hasta aquí hemos llegado, hasta más allá de los cuarenta. Que no es poco, pero tampoco demasiado. ¿Lo que resta? Plas. Sorpresa. Sorpresa. Quizá la vida sea el juguete de un huevo Kinder, tan pequeño, tan difícil de armar… Todo lo que queremos después de habernos comido el chocolate. Aliñado con la vida de maravillosas inspiraciones y sintiendo en el cogote las expiraciones de otros que estuvieron delante. Ya estamos en la rampa de salida.
(Imagen de Don Solo)
lo que fastidia de los huevos kinder es cuando te toca el puzzle. Es la hermanastra fea… entonces sólo queda un tremendo redoble de PLAS.
¿Crisis de los cuarenta? No te apures, se pasa con la de los cincuenta.
Que poco me gustan a mi los libros de instrucciones… Ya de crío me lo pasaba bomba enredando con los Casio hasta programarles la alarma y la señal horaria. Aunque tardase más era más divertido que leerse el manual.
La vida es más como una muñeca rusa. Vas desechando capas hasta que te conviertes en nada. Pero ¡vale la pena vivirla! Besotes, M.