Te has levantado, has apretado un botón y has visto temperaturas bajo cero. Has vuelto a la cama, con la funda nórdica aplisada al molde de tus posturas y manerasy, desde allí, has mirado por la ventana. Un sol falso sol de justicia te ha declarado que todo podía ser una ficción, aunque la escarcha de los árboles, de los coches y de las aceras ha delatado su engaño. Has mirado al techo y luego has cerrado los ojos. El sopor del cansancio ha hecho mella en la fea sombra alrededor de los ojos que ha devuelto el espejo del baño. Has encendido la radio y las noticias del tiempo frío han persistido en tus oídos y en tu memoria. El vaho del cacao convertido en desayuno ha reconfortado tu alma al son de dos tostadas y la música de un blues. La calefacción trabaja a destajo, en akelarre de combustiones y mezcla de oxígeno y gases. Una trompeta ha pautado tu recorrido por el pasillo, que hoy ha sido más largo con el trapiés que te ha llevado a rozar con las paredes. Has intentado levantar la vista pero el ánimo ha podido contigo. Vuelves a mirar por la ventana, erguido esta vez. En la calle sigue haciendo frío. Lo sabes. Por eso decides que los minutos pasen por tu frente, sentidos apenas a través de una manta y un sofá. El sonido ahora se convierte en una plácida voz, aunque arrugada. Hace frío y añoras las primaveras, aunque intentes disimularlo.
Huecos y vacíos
y las calles desiertas
perdimos la oportunidad
que nos dio la vida
…y esa no vuelve
Excesivo frío. Y una vez penetra,no hay manera de sacarselo de encima. Pobres pies…
Echo de menos el frío de subir la cuesta y llegar a clase.
Sigo sintiendo el frio cuando voy a clase, sólo que ahora tardo más en entrar en calor.
En efecto, hace frío: sobre todo por dentro, querido amigo.
Hace un frío del carajo 😉