Nacho sale por las noches muy de cuando en cuando pero hoy es una de esas noches en las que lo hace con todas sus consecuencias. Sus costumbres, atávicas, metódicas. Después de unos devaneos con las cervezas colmadas por una servilleta enrollada, después de patear las aceras, el asfalto, de modo impenitente, sus amigos y él se dirigen a un bar con pista de baile. Música electrónica. Nacho, en sus días normales, es amante de la cocacola a secas, pero esas noches decide colmar su vaso y su cabeza con una mezcla a base de mucho güisqui y poco gas en sucesiones excesivas, en sucesiones interminables. Le agrada ir deslizando el líquido de forma rápida y contundente, sin que ni por un momento se aprecie un degustar de la bebida, sin ese chasquido del «hasta aquí hemos llegado». Le gusta ir sincronizando los fuertes ritmos de la música con un corazón cada vez más acelerado, le gusta comprobar cómo las luces, los focos, van girando aleatoriamente. Sus ojos emprenden el camino de la hipnosis y van interiorizando los bamboleos de claridades multicolores. Sólo entonces, Nacho abre un paso desordenado hacia la zona de baile. Su estilo es nulo pero ecléctico. Con todo el alcohol atronando desde la cabeza al justo centro de las entrañas, empieza a dar vueltas. Nota su cabeza asintiendo y negando, animada por sus brazos por delante y por detrás. Ahora suena Moby. «Disco lies»: perfecto para bailar y perfecto para su cabeza atontada, el bar como símbolo de la música dance, la mentira como símbolo de la verdad. Nacho hace un alto en sus acometidas. Estira su cuello y lo gira. Ahora utiliza sus pies como un epicentro de peonza que gira y gira, brazos levemente estirados. Es una manera alocada de olvidar. Nacho ha llamado hoy por teléfono y ella no estaba en casa.
(Puedes ir leyendo la secuencia de Fragmentos para una teoría del caos de forma ordenada pinchando aquí)
(Imagen de obo-bobolina)
Pedro, tengo mucha ilusión en el proyecto. Argumentar y teorizar el caos creo es una vía que creo que sólo se puede acometer por la vía narrativa.
Y Nacho es un tío como muchos. Dejémosle hacer. Si todos cambiasen la (una) noche de aluvión por las setas, el campo sería la Gran Vía.
Muy buena descripción de una noche loca (y vacia) de discoteca. Besotes, M.
Je,je … vaya resacón al día siguiente…, no es muy listo, no, es mejor que se vaya coger setas, con cuidado!
Nacho no vale la pena. Mejor te vas el domingo temprano de ruta, o a coger setas y verás como por la tarde, es ella la que te llama. No lo des todo por perdino. No, todavía.
Esta serie es muy interesante: argumentación del caos. Pura indagación en nuestra vida.