A veces la ilusión de nuestras vidas es vivir. Sin más, simplemente. Con la magia y el encanto que tiene liberarse de las cadenas, de las obligaciones, de las acometidas de la rutina, esa bruja aburrida. Un día, ves la vida atropellarte con su paso rápido, a ritmo de Vespa sin control, sin saber pero consciente que la vida consiste en el pasar de la potencia al acto. Con todas las sorpresas, las sonrisas e imprevistos. Dejar que se te escapen los zapatos, que vuelen al albedrío de la patada liberadora, que puedas mostrar tu rebelión, tu abdicación, a ritmo de pelo por fin libre, por fin al viento. La vida es así. Y esa es nuestra ilusión. Luego, agachas la cabeza, te humillas al protocolo de las cadenas, las obligaciones y de la rutina. Y sueñas con que el sueño es posible. Ese día, ya no tienes tiempo. Y otro día, vete tú a saber cuándo, te mueres.
Y qué absurdo y qué real que cuánto más pasa la vida menos pareces vivirla…mis ilusiones las debí de meter en un barquito de papel que se ha llevado la marea y vete a saber dónde se ha ido porque yo no las encuentro por ningun lado; supongo que hay "cosas" que hacen que la corriente sea más fuerte…Espero que en el camino dé la vuelta mi barquito…
esto que es serio y profundo, me ha recordado un chiste
-ahora vas y la cascas
(bueno, y lo cascas)
¡Qué tristeza de humanidad! ¡Qué no seamos capaces de rebelarnos y dar la vuelta a la tortilla! No nos quejemos, tenemos lo que nos merecemos… Y,¡no demos más vueltas al asunto! Besotes, M.
eso, te mueres y se acabó, están las cosas como para gastar días en lamentos… tururú.