Por un momento, te alegras de que en el calor de agosto amanezca un día con nubes y viento fresco. Levantas las persianas, abres las ventanas con la esperanza de la llegada de una brisa que haga reaccionar tu piel. Cuando llegue el frío duro y sin compasión, muy típico de la ciudad en la que vives, te acordarás de esta, forastero.
No debiste quitar la manta de la cama forastero
¡Estoy deseando que caiga una tormenta con rayos y truenos en IbIza! ¡ESTOY HARTA DEL CALOR! Besotes, M.