Cojo prestado el título de esta entrada del magnífico libro de Marvin Harris para hablar, una vez más, de comida. Pero no quiero hablar hoy -como en la entrada de ayer- de la comida como supervivencia, sino de la comida como alimento del alma -es decir, del cerebro-. El pasado 23 de junio, Le Monde publicaba un interesante artículo sobre la influencia de la alimentación en la inteligencia. Y parece que las proteínas que se intervienen en las composiciones sinápticas tienen mucho que ver con nuestras luces y sombras como especie, con un kit de 15o proteínas como elementos básicos y ancestrales de nuestro cerebro. Fernando Gómez-Pinilla también ha investigado la incidencia de los nutrientes y la dieta tanto para los procesos cognitivos como de las emociones. Vistas así las cosas, creo que he decidido embarcarme en un nuevo negocio: voy a invertir todo mi dinero en la creación de Corporación neuroestética. En mi consulta les aconsejaré a los pacientes ansiosos de inteligencia que coman un poco de esto, una pizca de esto otro, ni hablar del peluquín de aquello y prohibido terminantemente lo de acullá. ¿Va a ser que los preceptos y costumbres culturales incidan en nuestro coco (la cabeza, digo)? ¿Puede que los alimentos tabú establecidos por las diferentes religiones y hábitos motiven un modo diferente de emocionarnos durante el mundo? No comer cerdo nunca o no comer pescado algunos viernes, por ejemplo, puede causarnos intransigencia. Comer perro y arroz a mansalva puede estimular la producción en masa. Comer carne de ballena puede hacerte muy bestia pero también muy evolucionado cultural y técnicamente. Y no comer, sin más, puede llevarte a no pensar más que en comer. Que es, desgraciadamente, lo que les pasa a muchos desfavorecidos de este desfavorecedor mundo. Ya puestos, igual la solución más inteligente es la creación de un mandamiento nuevo: «Comeos los unos a los otros». En verano, yo lo practico con gran esfuerzo mental y me como a más de una (y a más de dos) con la mirada. Es lo que tiene pasar hambre…
(Imagen de De Giffted Artist)
Las sardinas tienen mucho fósforo que es excelente para la memoria…. Besotes, M.