No, amigos. Esto del Chipirón no se acaba (espero). Pero sí se acaba esta fiestuqui que me he largado con tres entradas (podéis ver aquí la primera y la segunda) celebrando mi post número 202 en Verba volant.
Empecemos con una de las cosas que, como dije en la entrada anterior, me largó despiadadamente: «Garbanzo negro, ¿por qué haces siempre las preguntas equivocadas? ¿No te da miedo que una pregunta equivocada acabe encontrando, para tus miedos y tus alergias, una respuesta acertada? ¿No te das cuenta de que las preguntas no interrogan sobre nada, sino que afirman, ponen en duda, valoran o niegan? ¿No te das cuenta -tú, que eres tan listo– de que preguntar tan desatinadamente es lo mismo que responder ya al mismo interrogante que es la vida? Pardillo. Que eres un pardillo. ¿Eres tonto, o te lo haces».
Como hay tantas preguntas en su mensaje -y como puede que su deseo, precisamente, es que caiga en la trampa de responder (que, en el fondo es lo que estoy haciendo)-, no atino a dar una respuesta. Primero tendría que entender las preguntas. Pero sí he de deciros, amigos, que por primera vez he tendido una trampa a Chipirón Negro y ella ha caído en la red soltando su sobresalto y un enfado entreverado. Se ha mostrado muy ofendida por las fotos que han encabezado las dos entradas anteriores de esta Fiesta del Chipirón: «¿Uno empieza una Fiesta encabezándola con el Infierno, uno la continúa con una mirada desprendida hacia la devastación, hacia la guerra? Garbanzo negro, creo que has provocado las metáforas hasta privarlas de todo su sinsentido. Las metáforas no existen, porque son realidades atadas a todos los vapores de la vida». ¿De verdad crees con estas fotografías demostrarnos a todos esos infiernos personales y el contraste entre la vida y la depauperación?» Mi querida Bipolar, en uno de sus comentarios, ha dado con la respuesta: era un cebo tendido a Chipirón. Y ya lo ves, querida: parece que todos tenemos nuestro orgullo… y nuestro corazoncito.
Pero vayamos continuando con la Fiesta. Esta es una Fiesta de las entradas y de los comentarios. Empecemos por los últimos. Dije en la entrada festiva anterior que este blog tiene pocos comentaristas, pero selectos. Algunos arrancan desde casi los inicios de estas palabras voladoras y otros se han ido enganchando hace bien poco. Tengo que darles las gracias a todos y también ofrecerles una explicación: frente a la sana costumbre de muchos de mis compañeros, es frecuente que no conteste a estos comentarios. La primera razón -muy poco cortés, lo reconozco- es la vagancia. Pero hay otra razón más profunda: muchas veces creo que los comentarios ya han añadido todo lo que había que añadir y yo, rematando la entrada, no haría más que estropearla. Las entradas son vuestras, para vuestro deleite o vuestro rechazo, para una valoración acorde a la mía o totalmente disonante y, probablemente, más verdadera. En conclusión: la entrada la escribo yo. Y vosotros la rematáis con vuestro silencio o con vuestras palabras. Chipirón Negro ha realizado muchas observaciones elogiosas sobre los comentaristas (también alguna negativa sobre algún particular, para qué vamos a esconderlo), pero os vais a quedar con las ganas… de momento.
En cuanto a otros blogs amigos, Chipirón, para mi sorpresa, los conoce bastante bien. No entiendo muy bien por qué no actúa con ellos de la misma manera que lo hace conmigo, porque no me lo ha dicho. Ni yo se lo pregunto desde aquí, porque cada uno en esta vida hace lo que le viene en gana. Como esto es una Fiesta, sólo reseño los comentarios que me ha hecho sobre los que a ella le parecen los mejores, ciñéndonos (de momento) a los integrantes de la Burgosfera:
«Caminando en el desierto. ¡Vaya blog! Me preocupaba la situación del pueblo saharaui, pero luego la ves escrita desde tan cerca y -sobre todo- con tanta pasión y tan bien elaborada que te aproximas más hacia la arena de sus sinsabores».
«Blogófago. La esencia de un blog que pone las tildes, sin ponerlas, en la mirada nueva. La mirada fresca. La mirada pura del talento necesario para poner una imagen, un texto, una canción… y atinar siempre».
«La acequia. Menos sus disoluciones, que no las entendía ni él [si tú supieras las gracietas que le hemos lanzado a este respecto, Chipirón], es un blog cimentado desde una escritura impoluta, un estilo elaborado y una ambición cultural atrevida para estos medios y, sin embargo, conseguida».
«No digas que fue un sueño. Me encanta eso de que la gente construya su vida construyendo narraciones. La vida narrada es siempre mucho más comprensible que la contada. Además, como te gusta decir a ti, Garbanzo negro -que te repites más que el susodicho- la ficción siempre es siempre más verdadera que la realidad, porque la cuenta desde la emoción y no desde el resbalón de los hechos».
«Sr. K. ¿Eso de llamarse Caín es así o es coña [Chipirón, creo que se llama Caín, de verdad]. No suelo salpicar mis decires con palabras gruesas, pero no puedo decir más que es el puto amo. Acierta desde la extrañeza y extraña desde el acierto. Su estilo es la mejor de las casas habitadas en el mejor de los mundos posibles, sabiendo que no hay mundos posibles ni casas dignas de habitar. Y eso de ‘meter por meter / es hartazgo de follar’ es lo mejor que he escuchado en mi vida. Te lo juro».
Bueno, amigos, pues hasta aquí la Fiesta. Espero que hayáis llegado a su final con agrado… aunque me temo que muchos de vosotros no hayáis podido soportar una entrada que rompe todos los límites de la extensión mínimamente cortés para los lectores de pantallas.
En los días de días próximos -aunque no sé si en las que seguirán a ésta de modo inmediato- insertaré sin aviso ni referencia alguna (así me lo ha pedido ella) una entrada que se titulará «La historia de la noche en que descubrí el miedo». Así Chipirón Negro tendrá, por una vez, sus palabras de tinta negra sin mancharlas con el agua caliente y salada precisa para aliviar la dureza de los garbanzos (los negros, no se ablandan ni por esas).
A mí, sólo me queda desearos felices Fiestas (del Chipirón, me refiero. Pero también de éstas). Y la foto, que pertenece a mi serie cielos, interprétala tú Chipirón.
Me he dado cuenta de que al único que no conocia (de vuestra pandilla Burgalesa) era al Sr.K. He entrado en su blog, me ha gustado mucho. Le he dejado un comentario en el último post pero, chico, era tan raro el acceso al mismo que no sé si se habrá publicado… Besotes, M.
Muy interesantes las aportaciones de Chipirón a los posts de los de Burgos. Hay algunos que aún no conozco. Tendré que entrar y leer lo que cuentan. Gracias por la información. Besotes, M.