Los niños tienen problemas para conciliar el sueño, ansiosos de encontrar una luz en medio de la oscuridad. Se despiertan a media noche sobresaltados, sintiendo el miedo de estar solos entre la inquietud de la penumbra. Los niños tienen miedo a sus miedos. Les envidio y siento compasión: no quiero imaginar el día que descubran que nosotros no somos la luz y que todos nos encontraremos inmensamente solos en las situaciones más profundas. Hasta la muerte. ¡Qué envidia me dan en la vigilia, ajenos a la podredumbre del mundo! Pero siento compasión por ellos cuando un día, al irse a dormir, no tengan miedo a sus miedos y descubran el miedo real. A la vida. A la muerte. Al infierno. A la eternidad.
Cuando era una niña pequeña me aterraba la muerte, hasta el punto de la insoportabilidad y la fobia.
Ahora pienso en que hay días en los que da miedo vivir.
No pocas veces me gustaría volver a esa niñez ideal y despreocupada , y eso que no me queda tan lejos…Me preocupa la muerte, me asusta, pero siento pavor al pensar en todo el sufrimiento que nos acecha.
Un saludo desde Salamanca 🙂
estar vivo para siempre, siempre, siempre
de qué tiene miedo el miedo
Tacito conocía a un hombre que inventó la muerte
Muchas veces pienso en el día en el que mis hijas descubran mis miserias -deje des ser su luz como tú dices- y se derrumbe mi papel de héroe. Mientras tanto, disfruto de ese status 😉
Y respecto al comentario de Mercedes… ¡Cuántas veces de muy niño he pensado lo mismo que ella!
Cuando era pequeña correteando por el campo con mis dos perros, la eternidad era un concepto que me absorbía los sesos "estar muerta para siempre, siempre, siempre…" Me angustiaba. Mismo así dormía tranquila. Hoy en dia no me preocupa en absoluto. Ni la muerte, ni el infierno, ni la eternidad. La vida, sí, un poco mas pero tampoco me quita el sueño. Eso es lo bueno de estar loca… La vida sería insoportable sin un grado de locura aceptable que yo, a mucha honra, poseo. Besotes, M.