Después de una entrada silente y su jornada de silencio correspondiente (uno cumple lo que promete), Verba volant renace de sus propias cenizas. Y lo hace a lo grande, con Chipirón negro como protagonista, como en las grandes ocasiones. Lo repito siempre y no lo iba a hacer ya, pero el cariño que tengo por Merche Pallarés, autora del blog Del sol y sus lunas y una visitante que nos honra con su presencia desde hace unas poquitas entradas, diré que Chipirón negro se ha convertido en Deus ex machina, musa y no-sé-cuántas cosas de este blog de palabras voladoras: comenta cada entrada mandándome mensajes a mi correo privado, no revela su auténtica identidad, nunca espera que yo le conteste a esos mensajes en privado y la traigo de vez en cuando al frente con sus atinadas reflexiones sobre muchas cosas pero, sorprendentemente, también sobre mí mismo. Hemos labrado de manera implícita, nuestras propias reglas, a lo Dogma 95.
Tengo tantos mensajes suyos sin sacar a la luz desde la última entrada en la que apareció que no sé cómo empezar. Así que empezaré por donde salga y acabaré donde los hados dispongan [los vínculos a los que ella hace referencia los hago explícitos, para que la lectura tenga sentido] . «Garbanzo moreno, [el principio está al final, ya sabéis que los blogs crecen hacia arriba] parece que andamos chungos. ¿Dónde está la angustia con solera, el dolor con dignidad, el enfado de guante de boxeo? A fuerza de tanto callar, te vas a quedar afónico«. Me dice, por ejemplo, que el silencio es una actitud, pero nunca debería de ser una pose: «Creo que es mejor que no te calles, sino que grites; que el silencio lo acaten los que quieren que calles. ¿Te acuerdas de la dignidad socrática? ¿Esta dignidad era de juguete?»
Menos mal que en otros mensajes la cosa está más serena: «Tú, que eres tan listo, seguro que no sabes esto, así que te lo voy a regalar: en la lengua de la tribu australiana de los dyrbal, cada sustantivo va precedido de cuatro posibles palabras con las que se clasifica su significado. Una de ellas, balan, clasifica a las mujeres, el fuego, el agua y los objetos y animales peligrosos. ¿Has pensado que, desde que decidiste erigirte en un hombre objeto has convertido tu blog en el terreno del fuego pasional en forma de mujer?» Y comenta sobre los comentaristas: «Yo creo que estas entradas con la mujer como forma y fondo no las compones con intenciones traviesas, sino con hondura. Y el meollo está más allá de la epidermis, del psoas y de los higadillos. Y puede que en La acequia Pedro no ande descaminado en buscar en ella a Dulcinea. Pero esto va mucho más allá de una búsqueda de adolescente tardío en pos de la belleza y sus confines, moreno. ¿Tendrá razón Manzacosas y te habrás enamorado?» Yo ni digo, ni dejo de decir, porque la jornada de clausura y silencio me ha dejado las cuerdas vocales algo entumecidas y, como dice ella, me han dejado afónico de tanto callar. Pero tienes razón en una cosa, Chipirón negro: las entradas sobre Irina iban a acabar con una reflexión en plan sesudo y serio. ¿No son las modelos de hoy nuestras madonnas del ayer? ¿No reverenciamos sus cuerpos de la misma manera que antes reverenciábamos su fruto? La cultura audiovisual y la publicidad, ¿no ejercen en nosotros un poder de convocatoria y de lectura de imágenes similar a la del arte románico en la Edad Media?
De cualquier modo, prefiero acabar por hoy con otro regalo de mi chipirón predilecto: «Se dice que madre no hay más que una, pero hay madres adoptivas, madres biológicas, madres de alquiler, madres donantes, madrastras, madres trabajadoras… Con nosotras, las mujeres en general, puede que pase lo mismo. Somos Una, con mayúsculas, pero en ella estamos todas. Y, como en la lengua de los dyrbal, estamos agrupadas junto con el fuergo, junto con los animales peligrosos, junto con las cosas que retienen el peligro. Para acercarnos a vosotros, pobres machos sin poderío, animales mansos, rendidos a los pies de las auténticas reinas del mundo».
Un chipirón así pesa en la conciencia.
Creo que el chipirón se acaba de leer la grieta de Doris Lessing, si no es así que se lo lea que le gustará.
Tu tienes tu musa, Pedro la está buscando, blogófago tiene un montón entre ellas aunque no lo crea Gracita Morales, Manzacosas es tan discreto que se la guarda… nosotras asistimos como meras espectadoras a algo divertido.
Quería hacer otro comentario, sí las imágenes de las iglesias románicas en la época medieval, tenían ¡tela marinera! Como la de los templos hindúes de hoy en dia. Besotes, M.
Primero de todo ¡Gracias! por mencionarme en tu post. Me siento muy halagada y afortunada.
Ahora ya sé de qué va esto de Chipirón negro. Me parece una mujer muy lúcida y muy incisiva. Me he reido (y, eso simpre me encanta porque me mantiene joven…) mucho con sus comentarios y, por supuesto, con tus respuestas. Pero que las mujeres seamos comparadas con el fuego, animales ponzoñosos y perros salvajes…, me parece MUY FUERTE. Besotes, M.