Verba volant, amigos, está en cuarentena de silencio. Durará solamente un día, pero será un silencio activo para el que os pido colaboración a los asiduos y simpatizantes. El silencio de este día de cuarentena será un silencio de palabras. Flaubert, cuando le preguntaron quién era Emma Bovary contestó: «Madame Bovary soy yo». Todos sabemos que Nabokov tuvo problemas públicos después de publicar Lolita. No lo sé, pero si le hubieran preguntado si él era el profesor Humbert, hubiese podido responder exactamente de la misma manera que Flaubert, pero hasta hubiese podido acabar en la cárcel. Este modestísimo blog ha recibido unas tres mil visitas en el último mes, procedentes de unas cien localidades españolas y de cuarenta países diferentes. Algunos paseantes habrán pasado y se habrán ido, pero muchos (unos cuantos), decidís volver. Si os soy sincero, no sé por qué. ¿Qué tiene Verba volant? Poca cosa: unas cuantas reflexiones sobre temas que a mí me interesan y puede que a nadie más, unos textos tan mejorables que cualquiera puede coger cualquier mal libro y encontrará allí cosas mucho mejores, neuras varias (e inocentes), algunas gracietas… Verba volant es mío… bueno, no, es mío y vuestro sólo si vosotros queréis. ¿Verba volant soy yo? Aquí ya cabrían muchas respuestas, todas validas. El yo del blog es mío exactamente en el mismo sentido que, salvando las lógicas distancias, Madame Bovary era Flaubert. ¿Soy siempre yo? ¿Soy todos los emisores que dicen yo en Verba volant? Probablemente, en este mundo de internet existan pandillas de personas que entren compulsivamente en algún blog buscando sentirse retratados, verse escritos, ansiando poder ofenderse. Creo que es una tarea inútil, poco fértil y baldía. El que quiera entrar aquí, que busque un reductillo cultural de tres al cuarto, un par de líneas que intentan poner las frases en su sitio, un momentillo para una reflexión que nos identifique y un par de palabras para esbozar una sonrisa. Hoy, amigos (sólo los amigos de Verba volant), estamos en cuarentena de silencio. No me apetece citar fuentes, ni poner hipervínculos hoy, lo siento: «El silencio es uno de los argumentos más difíciles de refutar» (Josh Billins); «No se consigue cambiar a un hombre silenciándolo» (John Viscount Morley); «He aprendido silencio del charlatán, la tolerancia del intolerante, la amabilidad del antipático. He sido muy desagradecido con quienes me han enseñado» (Jalil Gibran). Wittgenstein decía que de lo que no se puede hablar es mejor callarse. Y Shakespeare, que es el puto amo lo decía como nadie en Hamlet: «El resto, es silencio».
Así bajito como en la biblioteca, es que escribes y te expresas muy bien, da gusto además del toquecillo de humor que alegra la lectura si fueras un coñ… aquí no volvía ni el gato, contigo se aprende mucho, pegadita como una lapa aquí me quedo, ¡duap!
¡¡¡Shhhhhhhh!! 🙂
Muchas veces el silencio dice más que las palabras. Me gustaría que este silencio marcara un antes y un después en tu blog, ya que me parece un poco preocupante hacia donde estaba derivando. Descubrí este blog hace poco y me parece muy interesante, aunque los últimos se centran demasiado en la belleza y, por experiencia, te digo que cuando una mujer tiene a tantos admiradores detrás, a veces dan ganas de volverse lesbiana, porque es un poco agobiante…Persona por romper tu silencio…
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente"
(pues callemos)
Que descanses, querido Raúl, pero vuelve pronto porque me he enganchado mucho a tu blog. Besotes, M.
El silencio
nos hace escuchar cosas muy interesantes.
Respetamos tu silencio.
Un abrazote,
la jero