Cuando los ángeles críen sexo

 

Ángeles

Hoy es uno de esos días en los que a uno le apetece protestar contra todo y contra todos. Uno de esos días en que lo más confortable para el cuerpo es el inconformismo del alma. El día de los ángeles y de los demonios. Y de más cosas. Una de mis inspiraciones, lo reconozco, ha sido la visita de los dos sitios web del padre Fortea (1 y 2), sacerdote que exorciza y que me ha dejado entre anonadado y patidifuso. Pero hoy no hablaremos de eso. Decía que es el día de los ángeles y de los demonios, pero también de los fantasmas. Según se nos dice en una página de las web susodichas, los fantasmas son de lo más concurrido entre los exorcistas: se aparecen con forma humana, no dicen nada y tienen un carácter amenazante y terrorífico. Yo -de momento- no tengo nada de padre Karras, pero desde hace cosa de un año a esta parte conozco a unas cuantas personas que cumplen uno por uno todos los requisitos. Por si acaso, tengo que ir haciéndome con alguno de estos libros para documentarme. Y creo que esos fantasmas, demonios y demás son ajenos y no propios, pero ahora me asalta la duda. Mis padres siempre decían que era muy posesivo. Y ahora me encuentro con que hay gente y gente que no para de mirarme. ¿Tendré síntomas? Ira furiosa y pérdida de consciencia y amnesia, segunda personalidad con carácter maligno, músculos faciales en tensión y manos crispadas, voz henchida de odio y rabia… Fuera de esto, parecemos más o menos normales pero vemos sombras, sentimos sensaciones extrañas o crujidos en alguna parte del cuerpo: a mí me pasa mucho con los pies… Total, nada que no pueda confundirse con un desorden disociativo de andar por casa.

Fantasmas a mi alrededor, yo hecho un poco diablo. ¿Dónde queda sitio en esta vida para los ángeles? No sé. Yo llevo todo el día acordándome de unos versos de Lorca: «Asesinado por el cielo. / Entre las formas que van hacia la sierpe / y las formas que buscan el cristal, / dejaré crecer mis cabellos.» Que no intenten los entendidos del universo lorquiano encontrar tras estos versos un más que probable trasfondo homosexual aplicado a mi humilde persona, que no van por ahí los tiros. Otra posible interpretación sería la de la rebeldía obstinada del poeta ante el mundo que le ha tocado vivir, demasiado oscuro o demasiado claro, pero sin muchos matices. Me siento, como Lorca, asesinado por el cielo. Me siento el raro de turno, Pitufo gruñón contra todo lo que existe de estratosfera para abajo (lo de arriba, afortunadamente, lo ignoro. Y no conozco aún Google Sky). Estoy rodeado de gente tan infinitamente buena, tan infinitamente santa y tan infinitamente importante, que su estatura moral se aleja mucho de mi enanismo, que se cobija en las suelas de los zapatos (no sé si de los suyos o de los míos). ¿Fantasma? Con esas características que he mencionado, muy poco. ¿Demonio? Parece que mucho. ¿Ángel? Ni de coña. Por lo menos, hasta que los ángeles críen sexo. Como las ranas (¿o era pelo?).

(Imagen a partir de una fotografía de Manel)

3 comentarios en “Cuando los ángeles críen sexo”

  1. Analizando los enlaces en profundidad con los que me he reído largo y tendido, esta es mi profunda conclusión:

    ¿Pero está gente está tonta o qué?

    Me sobrepasa (y eso, que Sr. Espantoso, me he comedido y he borrado toda la retahíla pestilente que había echado por mi boca)

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