El pasado abril, murió Edward N. Lorenz, el padre de la teoría del caos, uno de mis mentores espirituales. No por la teoría global en sí, sino por sus fragmentos. Yo soy muy de cosmos por fuera, pero también un partidario ferviente e inconsciente del caos del epitelio hacia dentro. El caos es mito -y, por lo tanto, real- y es ciencia -lo que lleva aparejada una fuerte dosis de imaginación y literatura. No me extraña que ese lleno de vacíos que inunda los huecos marque nuestras vidas y las complete con sinsentidos. Parece que lo impredecible se puede codificar, acodado por atractores y detractores, por lo continuo y por lo discreto, por la bilis amorfa que emerge desde el hígado hasta nuestro cerebro. Es una parálisis dinamizadora que nos pierde y que nos encuentra, que nos olvida y nos explica. El caos es símbolo de la arruga, pero también de la raya perfecta; del sol que ilumina y ciega, pero también de la noche que todo lo pierde y lo encuentra. Lo bueno de estos Fragmentos para una teoría del caos es que pueden servir de título tanto de un libro de poemas como para un artículo científico. Probablemente, ambos podrían ser el mismo y no seríamos capaces de encontrar la diferencia. Podría resultar bello encontrar predicciones meteorológicas en endecasílabos perfectos y oxímoros brutales cobijados por la curva de la integral indefinida, que no es sino otra expresión bella y caóticamente poética. Qué bello pero qué triste es el caos. Es como los estados hipnagógicos previos al sueño: se relajan los músculos, sueñas con la fatalidad de la caída, tus músculos se contraen… Y, sano y salvo, te despiertas para introducirte, una vez más, en el centro de la pesadilla.
(Imagen de Naccarato)
La ciencia es poesía y también caótica, 1+0=8.
El caos nos conduce al infinito, Bipolar, hacia dentro y hacia fuera.
Sagan -y Asimov- era grande y grande, Fran. Como el Cosmos, como el Universo.
Los buenos divulgadores científicos -yo me quedo con Sagan- escriben como pocos literatos.
¿Qué tal por Portugal?
Qué espantoso otra vez.
El caos interno en pequeñas partículas es una reproducción infinita y sucesiva como el número mágico que se manifiesta continuamente en la naturaleza. Todo es uno y forma parte de todo
caos no es triste, caos es la vida, caos es el vacío de colores, caos es movimiento y el orden produce calentamiento global y los científicos, sí, que deberían volverse poetas pero tienen miedo ser indeterministas. que te encuentre una bifurcación bella y divertida. que se te monte un atractor extraño. por la mañana.