Traducir es una de esas labores envidiables y necesarias a la par que mentirosas. Damos por supuesto que hemos leído un libro, una película, aunque hayamos recorrido el sendero de la ficción gracias a un sherpa, un sufrido y abnegado compañero de travesía que nunca suele salir en la foto y que pocas veces llega a clavar la banderita que atestigua que hemos llegado a la cima. La traducción es una de esas imposibilidades que han de materializarse para que nuestros viajes por la ficción alcancen mayor recorrido, gracias a la dulce alquimia de una tarea condenada al fracaso.
María Reimóndez es una de esos sherpas de palabras y de textos. Pero, harta quizá de que los autores se lleven todos los méritos, de que salgan en la foto guapos, retocados, rutilantes, ha decidido romper la barrera de lo que tiene que ser su abnegado oficio. Al traducir al gallego El curioso incidente del perro a medianoche, originalísima novela de Mark Haddon, Reimóndez rompe las reglas de juego honesto de la traducción para volcar sus obsesiones e ideas -en las que hoy no nos vamos a meter- sobre la discriminación sexual, esa cosa que los ignorantes confunden con el «género». Amparándose en la ambigüedad genérica del inglés, la traductora opta sibilinamente por lo que ella quiere, opina o prefiere (mientras, el autor, consultado por la editorial, piensa que Raimóndez no tiene razón). Si me pongo a pensar en un experto en biología marina traduciendo Moby Dick o en un entomólogo que trasladase del alemán a nuestra lengua La metamorfosis, me pongo a temblar. Un trabajador social sería un paseante difícil por los Tiempos difíciles de Dickens y un parroquiano con prejuicios tendría solamente dos opciones ante Henry Miller: rendirse o mentir.
Me permito la osadía de introducir un hipertecnicismo utilizado en el ámbito de la teoría de la traducción, lo que se denomina invariante traductológica, para dejar más claro (o más oscuro) el asunto: si alguien se encarga de traducir un manual de instrucciones de una televisión del inglés al español, la regla básica consistiría en que todas las operaciones indicadas en el manual original pudiesen ser ejecutadas con idéntica o mayor facilidad leídas en el idioma de destino (algo, por desgracia, bastante poco frecuente…). Un traductor podría corregir, cambiar, optar. Pero la traducción debería de ser una manipulación silente. Todo lo demás son mapas trucados que impiden a los lectores llegar a su destino para perderse en el mapa conceptual de quien venía a servirnos y no a ser servido.
Me encantó El Mago Migué, ahora bien, me dijeron que estuvo mejor el viernes. Espero volver a verte pronto. Un saludoooooo
Gracias, Manzacosas.
GO!, la frivolidad es otro peligro latente en las tradiciones. Y ya no sabemos qué actor es el protagonista de la película como estemos "de oídas": nuestros dobladores son buenos, pero doblan cuatro a cincuenta.
Blogochentaburgos, esto no es una relación simétrica: ¡protesto! Me conoces a mí, y no tengo el placer correspondido… En todo caso, muchas gracias por tu visita. Y genial la magia en la Uni, ¿verdad? (Enseña la patita, por lo menos…)
Fran, en la vida siempre alguien triunfa con alguien anónimo que corona la cima. TENZING NORWAY, acompañado de un señor, del que hoy no nos vamos a acordar…
Un abrazo para todos.
Me gusta el ejemplo del sherpa. Todo el mundo sabe que Edmund Hillary fue el primer ser humano que coronó el Everest ¿Quién se acuerda del nombre de la persona que le acompañó y que hizo posible esa hazaña?
…
Para evitar que uséis el Google, el nombre del sherpa era Tenzing Norway.
Qué tal? Qué te ha parecido la jornada de magia de hoy sábado? Impresionante verdad. Yo cuando salía el del cartel de Allegre ma non troppo, pensé que en cualquier momento iba a poner Verba Volant en honor a este maravilloso blog. Que fácil es jugar con ventaja verdad????? Un saludo y espero que lo hayas pasado bien.
El ejemplo, televisivo y frívolo comparado con su artículo, que más atónito me ha dejado en la vida, fueron las traducciones de algún director de doblaje de Antena 3, asistiendo a crueles flashes, convertidos hoy recuerdos imborrables de cosas confusas, como Will Smith en El Príncipe de Bel Air hablando de Fofito y Miliki.
En algunos foros sobre cómics y tv llamamos a la traducción libre en series "EL EFECTO SABRINA". Aquello sí que fué devastador. Una serie cuyo doblaje contaba una historia paralela y, conforme se sucedían los episodios, divergía absolutamente, llegando a hablar de morcillas de burgos, aznar, los nazarenos de sevilla o la feria de abril…
Asombroso.
Hola. Estoy de acuerdo. Un saludo.