Despertar en el infierno

Jay Dickman, premio Pulitzer

Hace ya unos cuantos días, publiqué una entrada titulada Desmayo en el cielo en la que mostraba mi voluntad firme y serena de no querer despertarme nunca más en el caso de que volviese a perder el conocimiento. No me pasa lo mismo cuando me meto en la cama, apago la luz e intento dormir. La sensación de que no voy a volver a despertar atenaza el descanso y lo revuelve en un mar de desesperación que acaba frecuentemente en una incorporación súbita y rebelde, con esos ojos completamente abiertos característicos del que teme no volver a ver nunca más. Cada vez es más frecuente que duerma abrazado al teléfono como el único corcho salvador de mi frágil vida y como único nexo de mi unión con el mundo. Ahora que el infierno vuelve a dejar de ser un estado de ánimo para convertirse en algo aterradoramente real, me niego a cerrar mis ojos voluntariamente temiendo lo que puedo encontrarme en el torbellino ígneo que adivino al final.

(La fotografía es de Jay Dickman y pertenece a la serie de instantáneas con las que ganó el Premio Pulitzer de Fotografía en 1983. El cráneo pertenece a una víctima de los Escuadrones de la Muerte en El Salvador)

5 comentarios en “Despertar en el infierno”

  1. Qué miedo hemos tenido alguna vez, sobre todo cuando te sientes en lo más profundo del abismo.

    Yo te sigo invitando a volar,a plantarte unas alas y a subir de ese abismo y soñar que estás en el aire, contemplando desde arriba lo que ocurre por ahí en ese lugar que llaman Tierra…

    Te sientes un feliz marciano, jejeje, pero feliz!!!

    saludetes,

    la jero

  2. Hola. ¿Qué es eso de morir y qué es lo de vivir? No somos más que sensaciones andantes, pura química que se agota cuando las celulitas de marras se te meriendan. No está mal lo de la botella de brandy de Bipolar, pero es que no me gusta el brandy. Alguien dijo algo del malta ese, que sienta mejor al estómago. Ese sueño, aunque pesimista, es bonito tal como lo reflejas. Un saludo

  3. La muerte siempre nos acompaña. Realmente es caprichosa y disfruta de su presa escogiendo el momento de mayor placidez. Quizás deberías acompañarte de una botella de brandy y compartirlo con ella.

    No obstante, quizás no despiertes en el infierno, sino en otro cuerpo, otra situación, otra entidad. (Prefiero verlo así)

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