Le gustaba erguirse, supurando las heridas, contra la niebla, con el sol aupando en su favor las briznas heladas. Se alza sobre sí misma, contra un cielo adverso y un destino harto de vaivenes nefandos. Y crecerá con el brío y el ímpetu del viento, el vaho sin contraste de un espejo en el que ya no refleja.
así es la vida de arriesgada