Pese a ser carnívoro convencido, mi auténtica pasión gastronómica son las patatas fritas. Tostaditas por fuera y muy tiernas y blancas por dentro. Mi madre, muy consciente de ello, hacía que mis segundos platos tuvieran siempre ese delicioso acompañamiento.
Las patatas fritas de mi madre me pareciían excelentes. Recuerdo también ,y especialmente, las de mi abuela (la madre de mi madre). Pero, hablando de cocina, hay algo que admiré y admiro de mi madre y es que cuando yo llegaba a casa a eso de las diez, mi madre dejaba la película de la televisión o cualquier otra cosa que estuviera haciendo para prepararme la cena reciente y calentita. La verdad es que me sentía un poco culpable.
Hablando de comida: Todavía saboreo los trozos de chocolate metidos a presión en una especie de bollo, que mi madre me daba cuando era muy pequeño, cada vez que salía del hopital para hacerme alguna prueba médica.
Nunca he vuelto a sentir ese sabor.