Como decía mi padre, todos somos como las cebras: tenemos rayas blancas y negras. No se puede condensar en menos palabras la realidad de nuestro interior. A menudo nos gusta sentirnos caballitos blancos y ver a los demás como díscolos jamelgos negros. Nuestra propia esencia es el contraste, con no pocos resquicios grandes y oscuros y una maravillosa veta de gravilla blanca. Así que habrá que empezar a asumirlo, para que no nos pase como al Dr. Jeckyll.
yo ya no sé ni cuál era la materia primera sobre la que surgió mi primer contraste