A las siete de la mañana,
inevitablemente,
sonará el despertador.
Me levantaré
y emprenderé la desordenada
ruta hacia el cuarto de baño;
enfilaré cinco metros
de un pasillo que desciende al infierno
y, entre sonido de ondas furiosas
que calientan el vaso de leche,
las tostadas emergerán de su obstinado escondite.
Las comeré con desgana. Me ducharé. Me vestiré.
Cogeré, ordenadamente,
las llaves de la bici, la cartera y las alforjas
para un azaroso viaje hacia el abismo.
Al final,
encontraré jóvenes rostros dormidos, mientras, dormido yo,
analizo un par de anuncios publicitarios.
Hambriento, emprenderé el retorno a Ítaca,
mientras en mi camino se cruza un gato… pardo.
Engulliré una comida descongelada en hornos técnicos
que no sospechaba Heráclito.
Concentrado en la pantalla,
leeré un post
(¿es el Sr. K el blogger más romántico?).
Meteré las narices en el
Réquiem de Pepe Hierro. Me emocionaré quizás.
Anhelaré lo absoluto y pretenderé contemplar
la belleza en su través.
Abandonaré mi ¿trabajo?
(¿Olvidaré apagar la luz?)
Enterraré mis ojos veinte segundos
-escasos-
en la contemplación mística
de dos tubos fluorescentes en la cocina.
Morderé con desgana unos trozos de fruta
y echaré una cucharada
y media de azúcar
en un yogur natural.
Frotaré mis dientes con afán, y, sobre todo,
con un poco de pasta de dientes.
Abriré despacio la cama. Apagaré la luz.
Y entonces,
con la luz entornada que brota entre la persiana,
recordaré de nuevo tu rostro,
la alegría en tu pausado respirar.
Quizá esto sea el impulso para dormir
para despertar un día más.
Mañana, será mañana.
No me gustan los relojes
Me crean prisas
Me cansan
Me molestan sus alarmas.
¡Que no quiero relojes!
Ea.
Que la luz del día basta.
Saludos.
Muchas gracias, María. Yo también estoy paseando por el tuyo y me siento identificado con algunas palabras y sentimientos.
Bienvenida a Verba volant.
Estoy ojeando tu blog, y me gusta mucho, veo que es muy diverso, escribes sobre muchas cosas y en alguno coincides conmigo, yo también, en su día dediqué un post al despertador, sigo ojeando tu interesante blog.
Salu2.
…buf, el mío suena unos días a las 14:00, otros días a las 15:30 (la mayoría). Algunas veces (las menos) a las 7:15 y las mejores (vacaciones) a las 10:00.
¡¡Y aún no me he vuelto loca!! (¿o eso creo?)
¿o quizás es que no entiendo el día?
jerónima
oda a la poética de la rutina
el mío, querido Raúl, suena a las seis menos diez o, como dice un ex amigo, a las cinco cincuenta, que es más cruel