Llevo muchos años contemplándote, entre la indiferencia y la pereza. Todo ha cambiado por aquí desde hace unos siglos. Obras y edificios, nombres y apellidos, horizontes más nítidos y oscuros entre la confusión del cemento y el asfalto. Yo estoy aquí, al recaudo de la piedra, en la meta de las escaleras empinadas, en la lucha del viajero por contemplar el cielo frente a frente y la ciudad a sus pies. Unos prefieren la alta torre, la frialdad del hierro y el ascensor; otros el centro de la estrella para erigirse en su propio triunfo; los más modernos, se alzan en el cuadrado imposible. Yo espero paciente a que todos mueran. Entonces, la ciudad será toda mía. Y el cielo no tendrá espejos en los que mirarse.
Muchas gracias, Mr. Q. No conocía su nombre ni su "modernidad". Bienvenido.
Estirga es su nombre y, a diferencia de lo que muchos piensan, a penas lleva siglo y medio acompañando a una de las grandes maravillas del medievo. Su autor fue el arquitecto Viollet-Le-Duc.
Pequeño apunte curioso.
Un saludo.
Porque no hay nada como la paciencia…