Después de unos días de descanso no avisado, retomo la actividad. He pasado unos poquitos días en Valencia para celebrar la Nochevieja y el cumpleaños de Alberto, mi hijo. Desde hace diez años, las dos cosas van a la par. El cambio de aires ha sido saludable. No conocía Valencia y, la verdad, me ha gustado. Como estoy recién llegado, escribo la entrada para que se vea que aún existo, pero ya me explayaré con alguna cosilla otro día. Algunas fotos del viaje las podéis ver aquí. Hasta pronto.
Es que, entre Watt y mi hijo, se consigue una buena pareja. Watt dice la frase, y Alberto pone la vagancia y la pereza. Pero es de majo…
Feliz regreso, Raúl.
Y me sumo a lo que dice Blogófago.
Me encanta y divierte la foto…y la frase. ;).
Nunca habia sentido la pereza como un placer…pero hay algo de ello.ç