Que no se me vuelva a ocurrir llamar a un blog Verba volant. Y tampoco sostener que los cuadernos de bitácora crecen hacia arriba. En algunas ocasiones, las palabras vuelan de verdad. Y los blogs ya no crecen, ni hacia arriba ni hacia abajo, sino que se pierden en no-sé-qué vacío ontológico. El cuaderno de bitácora se guarda muy cerca de la brújula: sin ella, el navegante pierde el norte. Gracias a la colaboración de los amigos y con el ímpetu que da la paciencia, he podido recuperar las palabras. Bienvenidas, palabras. Bienvenidas. No voléis para no volver. Ahora tengo un dilema: ¿sigo dejando que vuelen o las sostengo aferradas firmemente en mi mano? ¿Valen más unas pocas palabras encerradas en un puño o unas palabras esparcidas por los desórdenes angélicos cibernéticos? De momento, las apretaré como a un pajarillo: con la firmeza suficiente para que no escapen, con la suavidad necesaria para no aplastarlas.
No os podéis hacer a la idea de lo agradecido que estoy por el amparo que he tenido en estos días de pérdida bloguera. J. R. Justo, el vínculo de este blog principiante es un honor. Gracias a todos por vuestro apoyo.
a ver si es que las escribiste con tinta invisible y no lo recordaste!
qué bueno que a golpe de ratón hayan reaparecido
A ver si fui yo?…..con toda ilusión te puse un link en mi blog, y zas…desapareciste
Feliz vuelta al mundo de lo efímero
Todo bien, los RSS tambien…….¡¡¡¡ no gana una pa sustos ¡¡¡¡
¡Qué susto nos has dado, Raúl! Palabra en mano y no ciento volando. Menos mal que lo has podido arreglar.
Saludos en el retorno.