Ando estos días totalmente fascinado con mi ignorancia y con mi suerte. Con la ignorancia, porque nunca había leído El arte de la guerra, tratado inspirado -al parecer- por Sun Tzu hace la friolera de veinticinco siglos. Con la suerte, porque no sé todavía a través qué caminos de unos y ceros, clic aquí, clic allá, me han llevado a descubrir sus líneas. La guerra «es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del Imperio: es forzoso manejarla bien». La guerra sirve para manejarse bien en la vida, que es su trasunto. Fijaos las siete preguntas que hace el sabio estratega y trasladadlas a todos los aspectos de vuestra vida: ¿qué dirigente es más sabio y capaz?; ¿qué comandante posee el mayor talento?; ¿qué ejército obtiene ventajas de la naturaleza y el terreno?; ¿en qué ejército se observan mejor las regulaciones y las instrucciones?; ¿qué tropas son más fuertes?; ¿qué ejército tiene oficiales y tropas mejor entrenadas?; y ¿qué ejército administra recompensas y castigos de forma más justa?
Sun Tzu advierte que si damos respuesta a todas estas preguntas sabremos de qué lado se inclinará la balanza de la victoria. Siguiendo estos consejos, las empresas no entrarían en suspensión de pagos, Solbes no tendría que quitarse el lápiz de la oreja para repasar las cuentas, no habría tanto listo que se las da de ídem ni tanto soplapollas (no puedo evitarlo: me encanta la palabra). Nuestros lugares de trabajo estarían regidos por tíos fríos pero sagaces y no se insertarían incapaces dentro de la cadena de mando. La incapacidad es buena para el incapaz, pero mala para la lucha y nefasta para la batalla final. Un tío grande, el Sun Tzu este. Habrá que seguir leyendo.
Pero casi mejor os dejo con el final del primer capítulo. Para vuestras vidas, para vuestras batallas. Recordadlo para la batalla final: no digáis luego no os he avisado:
El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando estás seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.
Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no esté preparado, y aparece cuando no te espere. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Siento aquí estar en desacuerdo con casi todos. Todos deseamos la paz, pero si tienes a una panda de hijosdelagran (y esto es así, como la vida misma), no basta con que te pongas una florecilla en el pelo. Sé que si me oye Gandhi me mata (bueno, él no), pero creo que hay que estar preparado para la batalla para defenderte del enemigo. Lo siento, pero es que he visto Gladiator hace poco … Espero que me lo perdonéis. 😉
Bueno el divide y vencerás se aplica en todas las estrategias de la plantilla del personal…
Siempre me ha hecho gracia lo de los tanques de pega… qué ideas
Ay, qué horror. Yo solo espero a que llegue la "Olla" antes de que nos desintegren para siempre… Besotes, M.
mucha paz para todos…
Hola. Kokycid tiene razón, y opino como él. En todo caso, está claro que la guerra, arte o no, es tan antigua como la propia humanidad. Qué lástima. Un saludo
Será o no como la vida misma, pero un autentico hijo de la grandisima el tal Sun Tzu. Si empleasemos la misma energia en hacer tratados y esquemas de como redistribuir las riquezas en vez de como jugar a los soldaditos otro gallo nos cantaría. Partimos siempre de la premisa equivocada: "la vida es lucha", cuando deberiamos partir de "la vida fluye" y del "let it be".
Como la vida misma.