No sabía yo que la vida no es cíclica, como creían los griegos (la naturaleza manda); ni lineal, como querían los cristianos medievales (Dios dispone); ni siquiera es una mezcla de espiral y rizoma, como me gusta a mí que sean los laberintos, tan presentes en Verba volant. Al hacer la foto de este tendedero, me di cuenta de que la vida es así: un conjunto estructurado de cuerdas donde colgamos las cosas más íntimas y las más superficiales, blancas, negras y de colores intensos; las prendas que nos arropan, nos cobijan, nos embellecen, nos distinguen o nos enmarcan. Una vez hemos lavado nuestros trapitos de la vida, los sujetamos fielmente con la pinza del cariño o del corsé. A veces, queda una arruga. Es cuestión de gustos: hay quien prefiere tender rápido y planchar con más vigor (o, simplemente, no hacerlo). La minucia y el detenimiento nos alejarán de largas sesiones de plancha, a riesgo de mayor tiempo a la intemperie. No es infrecuente que se nos escape de las manos ese calcetín díscolo que nos obligará a tener un par huérfano o, lo que es peor, motivará la visita de la vecina que nos devuelva el honor perdido. En esto del tender, como en la vida, también hay diferencia de sexos: los hombres caemos en la despreocupación de exhibir lo más íntimo mezclado con lo externo; las mujeres, en cambio, protegen sus secretos parapetándolos de guarniciones amplias y poderosas. Siempre dejamos lo difícil para el final, el acceso a esas cuerdas que nos obligan a las puntillas, al riego de caer, al miedo al vacío. A veces, como en la vida, dejamos las cosas en el tendedero para que se sequen. Pero muchas veces tendemos, salimos a la vida y se pone a llover. Intentamos rescatar la ropa con rápidos impulsos, pero ya es demasiado tarde. Resignados, dejamos la ropa tendida un rato más. Hasta que ya no nos queda más remedio, como me ha pasado a mí esta tarde. Esto es la vida, amigos, esto es la vida.
sí, la imagen se asemeja mucho al tiempo, parece
Es que nuestra vida es para cogerla con pinzas, Mafaldia. E imagino, Manzacosas, que esos calcetines fugados buscarán otra par perdido en el otro confín del universo. Hombres y mujeres, Bipolar, con tanto por tender y con tantas diferencias en lo tendido. Un saludo a todos.
Análisis del "tendimiento: acción y efecto de tender":
La desproporción numérica es inversamente proporcional al tamaño, es decir (otros dos puntos):
– la mujer -mayormente menuda y fina- aporta un sinfín de tanguitas de minúscula tira que no hay por donde pinzar
-el hombre -mayormente corpulento- aporta -y no por por gorrinería según este espécimen- una o ninguna prenda interior por colada.
La fuga del calcetín…¿querrá tener vida propia?
Dejamos las cosas para el último momento porque no queremos enfrentarnos a ellas, y cuando queremos dar la cara es demasiado tarde, realmente la culpa es nuestra, pero ¿quién quiere pasar un agrio momento? quizás luego no hubiera sido para tanto…
ah! las puntillas y encajes normalmente os gustan más a vosotros que a nosotras. 🙂