No, esto no es una receta de la Nouvelle cuisine chorra. Empleo la palabra deconstrucción en el sentido que se le ha dado en filosofía y la teoría artística (en especial la Teoría de la Literatura). Derrida, Paul de Man… Enchufo con el diccionario de la RAE y me encuentro que un garbanzo negro es una «Persona que se distingue entre las de su clase o grupo por sus malas condiciones morales o de carácter». Es muy frecuente que a uno le tengan por eso. A mí me pasa constantemente. De carácter, fatal. De moralidad, no digamos. Soy un bicho que se distingue por ser un bicho. Por eso, quizá mi futuro no sea muy distinto del que la familia abnegada le preparaba a Gregor Samsa en la Metamorfosis/Transformación (según con qué traducción nos quedemos). Es lo que le pasa a uno por ser eso, un garbanzo negro. Como ya no son horas de paseos por las calles, sigo paseando por los garbanzos del diccionario y me topo con la expresión tropezar en un garbanzo: «Ser muy propenso a hallar dificultad en todo, a enredarse en cualquier cosa, o a tomar motivo de cosas fútiles para enfadarse o hacer oposición». Vaya, pues también. Enredarse y, sobre todo, hacer oposición y cabrearme es otra de la marca de la casa. Si encima eres un garbanzo negro y te tropiezas con otro, empiezas a resbalarte, a echar los brazos para atrás, venga a hacer equilibrios y tienes todas las probabilidades del mundo de pegarte el golpe del siglo. Y ya se sabe: a la gente, cuando ve a alguien caerse, le entra la risa floja. Luego te miran con más detenimiento y, viéndote agarbanzado, se extrañan de esas extremidades, tan parecidas a las humanas y de que lamentes por el golpe. Los garbanzos no lloran: si se les mezcla con agua con sal, se ablandan. Y pasan a ser la pieza que engrosa el cocido. Y tienes que mezclarte con otros elementos de diferentes entidades, pero siempre hipercalóricas. Lo que pasa es que eso de distinguir garbanzos negros es cosa de expertos. Si no, que alguien mire la foto que encabeza esta entrada descabellada y que me diga cuáles son los garbanzos negros. Y si alguien los encuentra, le doy un premio.
(Aunque no venga mucho al caso, les comunicaré a los enamorados de la nueva cocina que me gusta probar nuevas cosas y que no niego una gran creatividad en algunos maestros. Ahora, tendréis que reconocer que hay cada gilipollas en torno a los fogones que causa espanto. ¿Soy un gran pecador, un analfabeto y un ser primitivo porque también me guste un buen chuletón, sin más?)
Hola. Y vivan los garbanzos, pero a la antigua usanza, o sea con la cocina de verdad, no con las gilipolleces que hacen ahora los "genios" de la cocina. Una legumbre bien preparada no tiene precio. Un saludo