Alain de Botton es un filósofo nacido nacido en Suiza que, hace pocos años, inauguró en Londres un lugar de encuentro llamado Escuela de vida. Allí se reúne gente de diversa procedencia con la intención do interrogarse sobre las grandes cuestiones de la vida, sobre el trabajo como valor, sobro nuestras potencialidades, las relaciones humanas, la ética individual y colectiva, todo con el afán de hablar, de intercambiar dudas y certezas acerca de esta tan enmarañada materia didáctica que es la vida usando la experiencia y los conocimientos de la psicología, la filosofía, la literatura, el arte y todo aquello que aporta un marco ético y estético a la existencia.
No creo que exista asignatura más útil que aquella que nos acerque a descubrir los resortes con los que se mueve la vida, los enigmáticos pasos que hacen que de una hebra de ADN de doble hélice y simple apariencia, surja una criatura tan compleja compuesta de millones de células y atrapada en millones de dudas a las que, no sin esfuerzo, va dando algunas respuestas. Sin embargo, en todo lo que tiene que ver con nuestra relación con la vida o nuestra relación con los otras, tenemos mucho de autodidactas, y cada uno va construyendo su modelo de relación en función de lo que sabe, de lo que ignora, de lo que Intuye, de lo que cree o de lo que siente decidiendo que hacer o no hacer en un territorio plagado de minas.
Se me ocurre que en la Universidad, se podría impartir una asignatura llamada Relación con el ego ese yo que construimos en el tiempo y con el que nos Identificamos compuesto del carácter, trayectoria, éxitos, fracasos, frustraciones y todo lo que conforma nuestra biografía. El ego tiende a hipertrofiarse y, puede hacerlo tanto, que se corre el riesgo de que el alma se confunda con lo que poseemos. Quizá por eso lo más Inteligente sea hacia la mitad de la vida, si supiéramos cuál es, deconstruir el ego, poco a poco, sin brusquedad, con un fraternal desdeño. Yo pretendo estar en esa fase y les invito a probarlo, no se trata de claudicar sino de introducir sensatez reconociendo la que es y dejar de suspirar por lo que debería ser.
Si me encontrara con Alain de Botton le pediría que me enseñara a hacerlo.
Juan Francisco Lorenzo, en Diario de Burgos, 9 de diciembre de 2012
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